viernes, 31 de diciembre de 2010

Casi tocando ya el 2011.

En este año casi gastado se vencieron algunas de mis conocidas jornadas de ansiedad, mi cole creció -y que siga-, una amiga me hizo un regalo inesperado e inmerecido, otro venció tantos miedos que ya ni se reconoce, nos dejó César y nacieron Abel, Marta, María, Valentina, Jaime, Beatriz, Lucía y Diana (y otra u otro en camino, aunque mi amiga, su madre, se empeñe en todavía no decirlo). Niña Pequeña descubrió el mar y yo que el tiempo pasa rápido al ver las fotos de mis compañeros de instituto. Varios antiguos alumnos se asomaron por mis clases, este blog y alguno -como excepción- por mi casa.

Y yo prometo desahogar mi agenda de trabajo -o, al menos, no empeñarme en acumularlo todo para el fin de semana.

Como mínimo, que el 2011 sea para todos un poco mejor.

jueves, 30 de diciembre de 2010

La raza de los Colones

Existe entre nosotros una raza singular, muy cercana. Es la raza de los colones. Pero no, es algo más: la familia, los Colone, así, con mayúscula, dada la cotidianeidad en la que se mueven y lo extensas que son sus ramas.

Ellos, así, se mezclan en nuestras calles, prefiriendo los terrenos populosos y muy frecuentados día a día de la carnicería, la verdulería y la cola del pan o del autobús. Es en estos dos últimos sitios donde despliegan todo su poder y capacidad de persuasión, incólumes y fríos ante las protestas, abucheos y sonidos desgarradores que les lanzan cuando entran en acción. Puestos en jarras, el pie firme, la mirada serena y decidida, avanzan en el breve camino lateral que nadie de la cola ha visto antes que ellos, mientras algún otro se atreve a anunciar:

- ¡Eh, señora, que se está colando!

¿Pero quién se atreve a plantarse ante un miembro de la familia Colone? Su capacidad de persuasión, tal vez su aura incluso, o años de experiencia y evolución natural hacen que se giren y con toda la tranquilidad que sólo un Colone puede tener, contesta:

- ¿Es a mí?

Dentro de la familia Colone son especialmente las hembras las que han logrado un desarrollo mayor en su habilidad para encontrar siempre los primeros puestos. Son fáciles de identificar, siempre acompañadas por un miembro masculino de la familia -marido, generalmente-, que se sitúa a dos o tres pasos protocolarios, dejando espacio de acción para la fémina, que será capaz de que la atiendan antes en el mostrador de la relojería, obtendrá las mejores ofertas en el súper o le resolverán la duda de turno antes que a nadie.

- Disculpe, es sólo un momentito, ¿eh?


miércoles, 29 de diciembre de 2010

La integración no existe.

Esta mañana mi vecina me comentaba el caso de una compañera de clase de su Hijamayor. La niña en cuestión tiene una deficiencia psíquica severa y algunos padres de la clase están extrañados de que esta alumna esté en un centro público y no en uno especializado, más acorde con las capacidades y necesidades de esta niña.

Y le descubría a mi vecina algunos de los misterios de la sabia Administración educativa, siempre pendiente por velar por la mejor educación y valores de nuestros hijos: nada mejor que fomentar la integración, en aras del desarrollo de verdaderos ciudadanos. Aunque sea a costa de impedir que una persona con deficiencia psíquica severa no aprenda acorde con sus capacidades. La profesora de Hijamayor, oídos los comentarios de las familias, comentó que a los alumnos de ese grupo les venía muy bien estar con esta niña con dificultades y que en ningún momento afectaría al ritmo de la clase ni a su proceso de aprendizaje.

Por supuesto que a los niños, adolescentes y demás seres hormonados que nos rodean les viene muy bien estar en contacto con personas con discapacidades; es una realidad que se esconde -¿por miedo?, ¿por desconocimiento?, ¿por...?- y que debe salir a la luz. Pero le recordaba a mi vecina la realidad de la sacrosanta Inspección, Sabia Educadora de familias y veladora de nuestros jóvenes: la inspectora que obliga a aprobar todas las asignaturas de un deficiente psíquico profundo (mientras que sus hermanos mayores estaban escolarizados en un buen colegio privado bilingüe), las recomendaciones de adaptar el nivel de aprendizaje de toda la clase al ritmo y conocimientos del niño que se encuentra en el límite o las sabias indicaciones sobre cómo hacer que un alumno con serias dificultades de aprendizaje se integre en su aula.

Mire usté, vecina. Vecinos todos. La integración en este caso no existe. La integración en las escuelas se pulsa en el momento del recreo, en el patio, con la pelota, con el escondite, con los paseos de los alumnos por todo el recinto y en los comentarios de pasillo. Y la realidad es que, aunque la Inspección se empeñe en engañar a las familias -progresa adecuadamente, adaptación curricular muy significativa-, los niños y jóvenes con deficiencias psíquicas severas -sin control de esfínteres y afasias, como el caso que me contaban- no se integran en los centros que no están especializados para ellos, con materiales preparados, profesionales cualificados -es decir, profesores y técnicos que han estudiado y trabajado para esto- y un entorno adecuado.

Pero bueno, sigan engañándonos, que el año que viene hay elecciones y la masa tiene que ser anestesiada...

martes, 28 de diciembre de 2010

Los regalos, con antelación.

Tengo los regalos escondidos. Los del día de Reyes, me refiero, los escogidos por mí atendiendo a las peticiones -no demasiadas ni tampoco crecientes- de los diversos miembros de mi familia. Y tal vez este sea el mejor momento, el de saber que están todos, prácticamente preparados o a punto de ser envueltos en brillante papel, guardados, custodiados bajo llave o entre los jerséis de la cómoda.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Es Navidad. Hace frío.

El frío de hoy trepaba por mi rostro como una araña. Sólo cruzaba de mi portal al de enfrente, para llevar a Niña Pequeña a casa de su amiga la vecina y jugar a muñecas; pero tiempo justo para sentir pinchazos de agujas en los párpados. No contento por encontrar la resistencia de mi bufanda y gorro, aplastaba las perneras del pantalón, roía las suelas de las botas, intentaba entrar por los lagrimales de mis ojos; obstaculizaba nuestro menudo paso con el hielo de las aceras, se apoderaba del temblequeo de los músculos.

Niña Pequeña apretaba su mano medio escondida en las mangas de su abrigo.

- ¡Hace frío, mamá!

sábado, 25 de diciembre de 2010

Peces en el río.

La Nochebuena y la Navidad tienen a mi alrededor un envoltorio de luces de árbol y el olor del cesto de mimbre lleno de polvorones y mantecados; el brillo metalizado de la bandeja de dulces y almendras de mi vecina, el confeti dorado sobre la mesa y el azúcar cristalizado de las frutas glaseadas. Me suenan estos días a comidas familiares desempolvadas -con su punto de obligatoriamente felices- y peces en el río.

Queridos amigos, si es cierto que han sido felices estos días -por el motivo que sea-, les deseo que esa sensación se mantenga y exteriorice unas horas más.




jueves, 23 de diciembre de 2010

Ante su árbol de Navidad.

Niña pequeña ponía hoy los adornos y guirnaldas a su árbol de Navidad.

- Mamá -dice, parada en medio del salón, los brazos extendidos, las manos abiertas.
- ¿Hum? -contesto, mirando las luces intermitentes del árbol.
- Mamá, las luces están bailando.

martes, 21 de diciembre de 2010

El jamón y los profesores.

Me sorprendía ayer mi marido a la hora de la comida, cuando volvía yo del colegio, diciéndome que era noticia la denuncia que un profesor andaluz había recibido por parte de una familia marroquí a cuenta de haber nombrado el jamón en clase. Hoy salía este tema en la sala de profesores.

Y es que no hay nada más subversivo que el jamón. Con toda su grasa, su tocinillo, su sabor intenso si está bien cortado y lo bien que acompaña los guisantes de mi madre y las estupendas croquetas de mi cuñada.

Estimado compañero acusado de racista jamonero, si es que lo mejor es atenerse al libro de texto. Total, para lo que van a aprender y trabajar...

lunes, 20 de diciembre de 2010

Este es el Belén de mi casa.

La cercanía de las vacaciones navideñas ha impuesto el ritmo de los relojes de mi casa.

He dispuesto cuidadosamente los materiales sobre la mesa del salón, colocado temáticamente piedras, pequeñas ramas, corchos, serrín verde, arena fina, serrín de corcho, algunas ramitas casi minúsculas para los haces de leña y el papel de roca. Al otro lado, celo, esparadrapo, tijeras, cucharillas, cedazo, papel, espumillón suave, algunas luces de última hora. En el extremo, bolsas de basura y escoba. Todo preparado.

He aquí el resultado:



viernes, 17 de diciembre de 2010

Vocabulario de la calle.

Domoalumno:

1. s. coloq. Dícese del alumno cuyos familiares más cercanos protegen por encima de todo.
2. Ú. m. Alumno, generalmente adolescente, cuyos padres acuden a toda velocidad para protestar por las notas sin haber conocido previamente al profesor y haberse informado de la evolución de su hijo/a.
3. Por ext. Adolescente en el s. XXI.
4. Mit. Hijo de Ergía.

martes, 14 de diciembre de 2010

¡Tengo la solución!

Yo no sé cómo no se ha dado cuenta antes nadie de esto. La solución estaba ahí, a la vuelta de la esquina, escondida sin duda entre algún papel de la Administración, remetida en los entresijos de un cerebro corriente y moliente. Algo tan evidente se nos había escapado de nuestras mentes preclaras de profesores, tan ocupados siempre, y hete aquí que hoy escuchaba por ahí:

  1. Solución a la violencia escolar (a la que, me temo, los adolescentes domóticos empiezan a acostumbrarse): "Mire, oiga, que la culpa no es de mi niño en la pelea esta que me dice, que la culpa es del otro, por dejarse pegar".

  2. El absentismo escolar: la sacrosanta Administración educativa, que no ceja en su empeño por velar por la educación más eficaz para todos, me indicaba hoy qué debía hacer con un alumno absentista: entraba él en el programa de Educación Compensatoria y le hago un adaptación curricular significativa. Que se traduce, al cristiano de la calle en: "haz el papeleo de todo lo que vas a mandar trabajar al crío este cuando decida venir -que para eso es absentista-, adaptado a su nivel -más o menos, con 15 años, un 6º de Primaria-, y procura que apruebe, que los niveles de fracaso escolar están por las nubes y vienen elecciones". Tiempo estimado en hacer esta burocracia a todas luces absurda (yo, por si acaso, le recuerdo a la Inspección educativa el significado de la palabra "absentista"): una horita de ná. Tiempo estimado que empleará el alumno en hacerlo (si es que viene, claro): dos minutos (lo que tarde en poner su nombre).
Pues eso. Si es que era mucho más fácil de lo que creíamos...

domingo, 12 de diciembre de 2010

Las notas de la primera evaluación.

He terminado de poner las notas de la primera evaluación a mis alumnos. Conclusiones:
  • tiempo empleado en realizar toda la tarea, incluyendo correcciones de última hora, porcentajes, medias, comprobación de los criterios de calificación aprobados por la Inspección a principios de curso: seis horas;
  • tiempo que emplearán los alumnos en mirar la nota en el boletín: cinco segundos;
  • tiempo de reacción de los alumnos ante lo que vean: un segundo (y que nadie se piense que se van a preocupar: que no son tan tontos, oiga: cuando uno deja los exámenes en blanco, no hace deberes y no entrega trabajos, queda claro todo);
  • tiempo de reacción de los padres ante lo que vean: cinco segundos, en los que vacilarán entre la duda ("pero..., ¿cómo es posible?") y la ira ("se va a enterar el profesor ese"). Quizá, algunas familias -con suerte- se den cuenta de que sí había deberes a lo largo de esta evaluación, exámenes, trabajos, tarea diaria, indicaciones a través de la agenda del alumno... y perciban que sus perfectos hijos se quitan su careta al entrar en clase, mostrando su verdadero yo: adolescentes egoístas, poco o nulamente trabajadores, habitantes de casas domóticas en las que se lo dan todo hecho.
Yo, por si acaso, ya he tomado precauciones:

- Hola, buenos días. Soy la profesora de Sociales de su hijo.
- Buenos días, ¿pasa algo?
- No, tranquila. Sólo le llamo para avisarle de lo que se va a encontrar en el boletín de notas de dentro de dos semanas.
- ¿Dos semanas? ¿Pero no daban las notas después de Navidad? Oiga, por cierto, ¿es usted la profesora esa que no hace exámenes de recuperación ni manda nunca deberes?
- ¿Cómo? -mi cara de extrañeza debe de ser como para fotografiarla.
- Sí, sí; si es que yo quería hablar con usted -"a buenas horas", pienso- porque, claro, mi niño me ha dicho que nunca tiene nada que hacer en su asignatura y que no hace exámenes.

Con lo que a mi me cuesta irme labrando mi fama... Todos los años me pasan estas cosas... ¿Y cómo le explico a la madre por teléfono que su hijo es un mentiroso, sin que se sienta ofendida en sus entrañas?

viernes, 10 de diciembre de 2010

¿Y quién vacuna a Niña Pequeña?

Hace unas horas, en el ambulatorio este-de-aquí-arriba:

- Buenos días. ¿Niña Pequeña? Pase, pase -dice secamente la enfermera.
- Buenos días -contesto, arrastrando conmigo a Niña Pequeña.
- Ya veo. Revisión. Pero... ¿tiene cuatro años?
- Sí, recién cumplidos.
- Huy -"ya estamos", pienso-. Esa revisión entonces la hace la pediatra, pero a estas horas ya no sé si te verá a la niña. Pasa y pregunta. Pero si no hay revisión, no te vacuno a la niña.

- Buenos días. Dígame.
- Su enfermera me ha comentado que hay un problema con la revisión de la niña -Niña Pequeña aprovecha para buscar de reojo la puerta o vía escapatoria más cercana.
- Veamos, claro, claro. Es que no tiene usted cita -afirma, mirando con ese nosabesnipedircita.
- Imposible -respondo-, porque es la tercera vez que vengo y me dicen esto.
- Pues sin cita no te miro a la niña. Buenos días.
- Ah, vaya. Buenos días.

Subo las escaleras. Niña Pequeña respira tan tranquila: la amenaza de la vacuna ha desaparecido. Voy al mostrador con paso firme y gran resignación. Le cuento la película a la amable señorita que me atiende.

- Mire, es que no me vacunan a la niña, y ya es la tercera vez que esto pasa.
- Bueno, bueno, le vuelvo a dar cita, pero ya sabe que todos somos humanos.
- Claro, claro. Lo entiendo. Si un fallo por tercera vez con lo mismo lo tiene cualquiera.
- Mire, vaya a la sala 3 y otra enfermera le vacunará a la niña... Pero la revisión tendrá que ser otro día, ya sabe.
- Faltaría más. Oiga, ¿cuando va a ver al profesor de su hijo, le permite un falllito? -contesto.

Anda, que si esto llega a pasar en mi colegio... Porque a veces padres, madres, alumnos, fauna y flora variopinta son como los intocables de Elliot Ness y cualquiera dice:

Padre/madre 1: Buenos días. Vengo a hablar de una cosa urgentísima. No tengo cita.
Profe de turno: Huy, mire, imposiiiiiible. Sin cita por la agenda no le atiendo.

Recepción: Hola. Oye, que te llama una madre en tu rato de recreo y...
Profe de turno: Huy, imposiiiiiible. Sin previo aviso no le digo ni hola.

Padre/madre 2: Anda, qué bien me vienes, porque quería comentarte que...
Profe de turno: Huy, imposiiiiible. ¿Cómo no me has pedido cita para poder atenderte?

Vamos, que si profe-de-turno no está a plena disposición, amable, eficiente, preparado en cualquier instante para atender la mínima demanda urgentísima de vida o muerte del trabajo-entregado-con-tres-semanas-de-retraso-pero-tengo-yo-razón, ya tenemos la amenaza de voy a cambiar a mi niño de colegio, oiga; pues esto lo sabrá la Inspección; páseme con su director, por favor... Y no te equivoques, ¿eh?

Pero, claro, un fallo lo puede tener cualquiera:

Padre/madre 3: Hola. Venía a hablar con el tutor de mi hijo.
Recepción: Ah, claro, dígame el nombre y le llamo.
Padre/madre 3: Pues mire que no lo sé.
Recepción: Ah, claro, dígame entonces en qué clase está su hijo.
Padre/madre 3: Pues mire que tampoco lo sé.
Recepción: Ah, claro.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Soy una estrella.

Mamá -llama Niña Pequeña.
- ¿Qué quieres?
- Mamá, eres guapa y esplendorosa -dice ella.
- Ah. Gracias -respondo, extrañada.

martes, 7 de diciembre de 2010

¿Ceuta debe ser liberada?

La semana pasada podía leer en el periódico que el gobierno de Marruecos iba a reexaminar sus relaciones en todos los ámbitos con España, después que el Congreso reprochara -tibiamente- la actitud marroquí en el candente asunto del Sahara occidental. No contento con esto, en el país vecino africano se organizaría, a cargo de diversas asociaciones, una marcha de liberación de la ciudad de Ceuta, en defensa de la recuperación de la integridad territorial de Marruecos.

Se resiste el rey de Marruecos a aprender historia de su país y del país vecino, a pesar de que yo se lo he pedido en algunas ocasiones. Dejando aparte que a Ceuta no le hace falta que la libere nadie y que el suelo marroquí está íntegro desde que dejó de ser territorio francés -allá por el siglo pasado-, no sé si proponer que sus intenciones anexionistas ilegales las dejara para el próximo año, ya que el 16 de julio recordaremos el comienzo de la conquista musulmana de la península, allá por el 711. O que no se conforme con Ceuta y Melilla. ¿Por qué no Córdoba -capital del califato peninsular desde el s.X-, Sevilla, Toledo, Valencia y tal vez Zaragoza o León? El rey marroquí emula a Tariq y Muza, aprovechando la debilidad del gobierno actual -que ni visigodo es, de aquellas..., aunque, eso sí, la cosa es defender la desmembración medieval del país-, no sé si con pretensiones de ser un nuevo Abd-al-Rahman I.

Que alguien le recuerde que también existió las Navas de Tolosa. Puestos a retroceder en el tiempo, que sea con toda la Memoria Histórica. Huy. Perdón. Que eso no se lleva...

jueves, 2 de diciembre de 2010

La raza de los sabelotodos.

Están entre nosotros los miembros de una raza única, pero poderosa, capaces de multiplicarse por arte de magia. Son los de la raza de los sabelotodos.

Los sabelotodos gustan de manifestarse en los actos públicos, preferiblemente entre pequeños grupos mixtos. Antes de actuar y desplegar todos sus saberes rodean con la mirada a aquellos que tienen más cerca, seleccionando el grupo sobre el que van a actuar y analizando el tema del que se esté hablando. Después, el sabelotodo se dirigirá con paso decidido, pero disimulado, aprovechando seguramente que conoce a uno de los miembros del grupo -prefiriendo ser presentado por alguien del género femenino (vulgarmente llamado "miembra"). Después de escuchar por dónde van los tiros, entrará en la conversación sin posibilidad de marcha atrás:

- Eso me pasó a mí cuando...

Pero los de la raza de los sabelotodos tienen una gran capacidad inicial de camuflaje, a fin de no ser detectados por miembros de otras razas. Por eso a veces se disimulan entre adolescentes, adoptando su aire pasota, en las clases:

- Profe, eso que dices es lo mismo que aquello que explicaste cuando...

O son aquellos alumnos que comentan mirando de soslayo lo que el profe está explicando, porque, claro, todo lo saben, nacieron sabiendo, su vida es demostrar conocimientos. Y es que el sabelotodo procede de un espermatozoide o un óvulo especial, increíblemente mutante, con asombrosa capacidad de absorber conocimientos, destinado a la gloriosa tarea de ennoblecer y aumentar la sabiduría de la raza humana con sus experiencias mundanas.

Los de la raza de los sabelotodos se multiplican, irradian, se dispersan, se elevan a miles de potencias. Un sabelotodo puede aparecer en la boca del metro, informando concienzudamente sobre la mejor combinación para tu destino, estar junto a ti en el autobús -conociendo el momento justo en el que el atasco es ya fruto de un accidente- o en la sala de espera del hospital, lugar en el que desplegará sus eficaces conocimientos sobre tus síntomas y los del enfermo de al lado, pues todo lo ha vivido, experimentado y percibido:

- A mi nuera, la que está casada con mi hijo-el-pequeño, le pasó exactamente lo mismo...
- Pues mi niño, cuando era pequeño, tenía unos cólicos que... sólo con una medicina recomendada por...
- ¡Huy! Eso que tiene usted no es nada, hombre. Mire lo que me pasa a mí en la rodilla derecha cuando...
- Que no, mujer, que no, que le digo yo a usted que en la herboristería de mi barrio tienen unas pastillas que...

martes, 30 de noviembre de 2010

Feliz cumpleaños, Niña Pequeña.

Hoy Niña Pequeña cumple 4 años.

Y quiere ser una princesa.
Montar de nuevo en tren.
Que vengan pronto los Reyes Magos.
Y que su tarta de hoy sea de chocolate con nata encima.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Violencia tan cercana invisible...

Por favor, que ninguna institución pública me recuerde que existe la violencia de género. Es tan cercana que parece oculta:
  • te desprecia tus estudios, no vales nada, es mejor lo del otro;
  • no te olvides que te prometió pasarte el coche por encima;
  • recuerda cuando viniste del viaje que soñabas. Ni siquiera te preguntó cómo te fue: era más importante que supieras lo que te esperaba en casa por hacer;
  • que te quede grabado cuando te dijo que no se haría cargo de aquel supuesto bebé y en la noche te dejó tirada en medio del campo;
  • te robó el teléfono después de mirar todos tus mensajes
  • y no contento con eso, se llevó el auricular del fijo de casa. Por si acaso.
  • Controló la ropa que llevabas y criticó tu falda favorita, la que te sienta mejor, la que antes le gustaba a él
  • y te llamaba sólo para preguntarte dónde estabas.
  • Tuviste que encerrarte en la otra habitación y echar la llave por dentro
  • y cuando tuvo ocasión, decidió que eras suya sexualmente.
  • Te dejó claro que el varón de casa valía mucho más que tú
  • y luego te clavó en la cabeza que tú harías lo mismo con tus hijos
  • para luego reproducir los gritos e insultos en tu propia casa.
  • Más tarde se te olvidó cómo sonaban las palabras suaves
  • porque se te quedaron enganchadas en la garganta
  • y los que te rodeaban sufrían como tú.
  • Saliste de paseo y cada uno se fue luego por su lado
  • pero tú volvías a casa con una sonrisa porque el pueblo era muy pequeño y nadie podía saber...
  • y te daba tanta pena que controlaba en la distancia hasta tus más íntimos pensamientos
  • y consideraste después que tu deber era anularte como persona.
No son noticias de periódicos, ni titulares del telediario de hoy. Posiblemente no conoces sus nombres ni pones rostros a esas afirmaciones. Pero yo sí sé quiénes son, con nombre y apellido; incluso en algún caso casi me sé de memoria su número de teléfono. Algunas -y algunos- han salido y comenzado de nuevo. Otras -y otros- siguen escondidos; han enfermado, no pueden oir, no pueden ver...


jueves, 25 de noviembre de 2010

Una buena nueva.

Hoy era un buen día para nacer y asomarse al mundo. Para quedarse y empezar a escribir el futuro. Dejarse querer: queriendo, mimando, apreciando. Aprendiendo.

Jaime, Jacques, Santiago, Jacobo, Yago, Jaume, Jamie, Jacme, Giacomo. Aquel que sigue a Dios... Bienvenido.




miércoles, 24 de noviembre de 2010

Uso la talla 44.

Ayer estuve en el centro comercial donde ya es Navidad, dispuesta a no salir de allí sin encontrar lo que iba a buscar, a saber: un chaleco de lana gruesa no muy largo, de color gris o granate (con preferencia por esto último). Sólo en casos de extrema urgencia voy con premeditación y alevosía a comprar una prenda de ropa, y la ocasión -una fiesta familiar importante este fin de semana próximo- lo merecía.

El tiempo en este centro comercial se queda detenido -literalmente- a las puertas, trasparentes, verdes como todo él, desde el momento que atraviesas el cálido umbral y una bocanada de grata calefacción, luces y brillante decoración te agarra y empuja por la espalda. Lo primero que hago es buscar rápidamente donde están las escaleras mecánicas e intentar pasar desapercibido, no sea que me vea una amable señorita con cara de debilidad y quiera atribuirme la necesidad imperiosa de algún cosmético de la planta baja.

Subo. Una, dos, tres plantas. Ya no sé ni las que llevo, pero encuentro el piso de ropa -aún joven, por favor. Apenas sin moverme localizo el objeto en cuestión, rodeado de chaquetas cremosas, suaves, aterciopeladas, trapezoidales, con botones, sin botones, de cremallera, de punto, de... Me lanzo casi deslizándome entre los roperos, vigilando a mi costado a dos amables señoritas -señoras- de impoluto verdinegro que están haciendo como que colocan por enésima vez los productos. Miro sin tocar, encuentro el color, la lana, con cremallera. Curiosamente, las tallas se repiten: 36, 38, 40. Me giro. Localizo a una de las amables señoritas.

- Buenos días.
- Buenos días. ¿Le puedo ayudar? -me encanta la amabilidad de este centro de eterno espíritu navideño... Deberían exportar esto más allá de sus cálidas puertas.
- Sí, por favor. Quisiera este modelo en la talla 44 -le indico apenas con un dedo.
- Huy, lo lamento mucho. Eso es imposible en esta planta. Con esa talla, debe ir usted a la sección de tallas especiales.

Mi cara de estupor me está delatando. ¿Para eso he luchado día a día estos tres últimos meses? ¿Para eso he establecido una alianza non-grata con mi báscula y me he avenido a una dieta sana, equilibradísima y exenta de grasas? ¿Para volver a las tallas especiales de donde nunca parece que me fui?

- ¿Una talla 44 es una talla especial? -remarco lo de "talla especial" para que pueda comprobar cómo mi pantalón actual corresponde al esfuerzo de verduras al que me he sometido.
- Sí, señora -¿señora?-, desde hace tiempo. No se fabrican estos chalecos por encima de la 40.


domingo, 21 de noviembre de 2010

Eres tú quien educas a tu hijo.

Gracias por participar en la encuesta ¿La educación comienza en casa?


Claro, para eso es mi hijo/a
28 (93%)
No: ¡para eso está el colegio!
1 (3%)
Yo, lo que diga mi hijo/a
1 (3%)

Votos: 30

Es decir, pese al padre o madre que le pese y con el que tenga yo contacto, los hijos son reflejo de lo que hay en casa... A ver si es que yo tenía razón desde el principio con la historia del de la gorra...


sábado, 20 de noviembre de 2010

Opino sobre la Memoria Histórica.

Leía esta semana que una asociación pedía la voladura controlada de la Cruz del Valle de los Caídos, símbolo de muerte, vergüenza nacional y en desagravio a las víctimas de la dictadura franquista. En recuerdo de la memoria histórica, este monumento sería convertido en un memorial a estas víctimas.

Tiene razón esta asociación. Es más, en recuerdo y para defender la memoria histórica de este país, yo pido que se desmantele todo el conjunto monumental, incluidos los restos de los perdedores de la Guerra Civil, no sólo de los vencedores.

Reclamo, además, que se desmantele de paso el monasterio benedictino asociado al monumento, ya que perdería su razón de ser, al estar vinculado al edificio y el mantenimiento del culto católico en el lugar -y, de paso, que la comunidad benedictina sea enviada fuera de la Comunidad de Madrid, lugar que sufrió durísimas batallas en la Guerra, y así se olvide todo.

Pido, además, que desparezca de las nomenclaturas del mapa español el pueblo de Paracuellos del Jarama, ya que fue escenario de una de las más trágicas matanzas de la Guerra Civil -el asesinato de miembros del bando nacional-, a fin de que las generaciones futuras olviden que en una guerra hay también víctimas de ambos lados.

A ser posible, además, solicito de la comunidad internacional la supresión de todos los monumentos, símbolos y menciones a ejemplos históricos de dureza, violencia y exterminio, a saber:
  • el Arco de Triunfo de París, que conmemora las batallas ganadas por ese agresivo militar que fue Napoleón,
  • la catedral-mezquita de Córdoba, símbolo de la opresión islámica en España durante casi ochocientos años,
  • el acueducto de Segovia, que nos recuerda la invasión de la República Romana y la esclavitud a la que fuimos sometidos todos los españoles por tamaños violentos -aunque por aquellas no existiera España, pero da igual,
  • las pirámides de Gizeh, ejemplo de dictadura milenaria que no sé cómo a los egipcios no se les ha caído la cara de vergüenza
  • el Partenón de la Acrópolis de Atenas, repugnante símbolo de la dictadura religiosa del malvado y corrupto Pericles, empeñado sólo en embellecer a su ciudad y a sus propios intereses,
  • la paga extra de julio, que se da desde época franquista a todos los trabajadores, y es vergonzoso recibirla, ya que nos recuerda el final de la Guerra Civil,
Me recuerda esta situación a la de aquellos tiempos tras la muerte del faraón Amenofis IV, cuando sus esculturas, relieves y ciudad fueron destruidas para borrarlo de la Historia. Quien no aparece, no ha existido. Ya que están, que retiren de los planes de estudio la asignatura de Historia, no sea que alguno aprenda algo y le dé por pensar (aunque juraría que lo de memoria histórica es para recordar a las generaciones futuras nuestros errores y así no cometerlos de nuevo, sea cual sea el bando...).

Y digo yo, si en vez de ser una Cruz de 150 metros fuera una media luna musulmana del mismo tamaño, ¿montaría esta asociación el mismo barullo? O igual se quedaría calladita, por si acaso...

sábado, 13 de noviembre de 2010

Espumillón por adelanto.

Hoy comenzó entonces la Navidad para una tienda de ropa de mucha marca, en una de las calles principales de Madrid... Su escaparate oscuro, minimalista. Las letras rojas bien marcadas, finas, casi elegantes, bien dispuestas abajo a la izquierda: "Feliz Navidad"; un moderno árbol metálico a juego con las letras, junto al maniquí. Enfrente, la otra tienda de mucha marca ostentaba un árbol frondoso de espumillón y brillantes bolas.

Hoy comenzó la Navidad antes que el año pasado... Pero el Adviento, que es algo así como el entrenamiento para los polvorones y la espera de grandes deseos, comienza -siempre según el calendario de mi cocina- el 28 de noviembre.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Mis alumnos no tienen vida.

Para los alumnos de mi tutoría -la que me ha tocado este año- realmente no existe el tiempo. El real, digo, el que manejamos todos los demás con sus horas, segundos, días, noches y actividades perfectamente cuadriculadas para ir tirando.

Todavía hay gente por ahí que se piensa que los profesores subimos las escaleras, vagamos por los pasillos, soltamos una charlita más o menos improvisada y nos repantigamos luego en el sillón. Pero esta semana, mire usted, tocaba en la hora de tutoría centrar a los alumnos en lo de mejorar las técnicas de estudio, convencerlos de que escuchando música uno no se aprende las capitales del mundo o que chateando por el Tuenti es imposible encontrar el trabajo de la asignatura más odiada de la semana:

- A ver, ¿cuántas horas le dedicáis a las cosas del colegio?

Respuestas variadas: "una hora, profe", "dos o tres horas", "¡toda la tarde!" -a este habrá que darle una mención especial al más esforzado y peor organizado-, "nada, ¿para qué?"

Sin entrar en ninguna clase de estupor -una está curtida en batallas- me lanzaba a saciar mi infatigable curiosidad. Hice un círculo en la pizarra -mero simulacro de un reloj- y pasé a preguntarles por las cuestiones básicas de su vida:

- ¿Cuántas horas en el ordenador?

Surge el mundo real: "diez minutos" -¡anda ya!-, "dos horas", "¿jugando o sin jugar?".

Vamos bien. Sigamos.

- ¿Y al teléfono?

Variedad: "yo no uso el teléfono" -ahora sí que caigo en el estupor-, "una hora", "¿mandando mensajes a Telecinco o sin hacerlo?", "huy, profe, como tres horas" -el recibo de esa casa debe de ser un pergamino y no el folio por una cara de mi buzón...

- ¿Y saliendo a diario? ¿Actividades extraescolares? ¿Comiendo?

El círculo de la pizarra se divide, multiplica, distorsiona, le falta sitio para analizar el reparto de horas de mis adolescentes tutorandos. El resultado final no se hace esperar. el tiempo no da para nada, profe. Lógica no les falta; total de horas del día: 24. Total de horas del día empleadas en tareas no estrictamente escolares: entre 21 y 23.

Tienen razón. No pueden estudiar. No pueden hacer deberes. No pueden llevar las cosas del colegio al día. Y es que la vida no les da para más. La vida puede más y lleva más tiempo.

O que lo digan ellos mismos en los comentarios...

jueves, 11 de noviembre de 2010

No existe el tiempo.

El tiempo no es más que movimiento retenido entre manillas. Como en el reloj aquel del pasillo del colegio.

lunes, 8 de noviembre de 2010

¿Qué tal si escuchamos?

Es asombrosa la capacidad de no-concentración de algunos alumnos... Dicen que las nuevas tecnologías -aplaudidas, recomendadas y deseadísimas por la Administración- permitirán que los conceptos lleguen antes a las conexiones neuronales de los adolescentes y que el aprendizaje será más rápido, atrayente y significativo.

Por no hablar de las maravillas y ventajas del bilingüismo que viene, que potenciará, sin duda alguna, que los alumnos de arriba se aprendan de una vez -15 años- que varios ríos españoles desembocan más allá de la frontera con Portugal, o que los de abajo comprendan el enrevesado significado de palabras como don, ribera y decadencia (extrañas palabras que por algún motivo oculto me había permitido resaltar de su libro de texto).

Pues ni con pizarra digital, boli-lector en mano, tiza en el bolsillo -por si acaso-, libro abierto, cuaderno en ristre y adarga en forma de proyección. Pienso que ya ni con piruetas. La clase en silencio -que conste que no era por escándalo ni gallinero hormonal adolescente-, hasta que:

Yo: Tenéis en la pizarra apuntado el eje cronológico de Egipto. Por favor, copiad en el cuaderno las etapas para que podamos seguir con el tema.
Uno: ¿Un qué has dicho, profe?
Otro: ¿Pero no íbamos por la página de atrás?
Aquel: Yo no me he traído el cuaderno, profe (como siempre, pienso yo)
Otra: ¿Hay que copiarlo, profe?
Desde una esquina: ¿Y esto no viene en el libro?
Por el otro lado: ¡Profe! ¡Me ha quitado el boli!

Por supuesto, todos los ruegos, súplicas y opiniones a la vez, en un desmayo de vocabulario nada bilingüe. Y nada comparable con lo que le pasaba a una compañera horas después:

- Os voy a repartir el examen con las preguntas del libro obligatorio que tenemos para este trimestre.
- Profe, ¿había que leerlo entero?

Normal.

Si lo hubiera explicado en inglés, fijo que se habría enterado de que tenía que leerlo desde el principio hasta el final. Qué cosas.


viernes, 5 de noviembre de 2010

Premeditación y alevosía.

Interceptaba una compañera esta semana una notita entre dos alumnos. Ambos, 12 años:

- ¿Nos liamos? (él)
- No sé. Tengo que pensarlo. (ella)

Si prepararan con tanta premeditación e interés los deberes, trabajos y exámenes, otro gallo cantaría...


miércoles, 3 de noviembre de 2010

El descaro de un pantalón vaquero.

Mi vecina de patio ha aireado hoy los pantalones. Los vaqueros. Los azules. Y cuelgan en reunión entre los tendederos, con perneras escuálidas no correspondidas: uno, dos, tres, cuatro, en reunión silenciosa y abandonada. Uno junto a otro, en ordenada fila de ama de casa, seguro que preocupada ella por no mezclar colores y que resulten airosos y sólidos, sin mancha de cualquier color. Cinco, seis.

Por eso mi ropa tendida es una muestra invisible, discreta, poco ofensiva, frente a esa cruzada de vaqueros bien tendidos, rectos, pinza con pinza. Camisetas de Niña Pequeña se enfrentan al descaro de los pantalones de mi vecina de patio. Los calcetines frente a la tela tejana y las camisas de manga larga -llegó el otoño- adelgazadas, tapando apenas el descuido de otra prenda de color que destiñó no se sabe bien cuándo. Mi ropa se extiende apenas en las cuerdas que me corresponden -ni siquiera de pared a pared-, emulando malamente el despliegue vecinal de los otros roperos y el orden perfecto -uno, dos, tres, cuatro- de sus vaqueros.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Llueve.

Lloran los árboles de mi calle y se funden en charcos. Las hojas trenzan aire.

sábado, 30 de octubre de 2010

Ajetreo en la piscina municipal.

El vestuario infantil me parecía esta mañana la mezcolanza de un zoco: una algarabía de colores ácidos y voces batidas de adultos y pequeños.

Cari, vete quitándote la ropa. ¿Dónde está el bañador? Mira, ahí, el gorro.


Como entrando en hora punta, un atareado trajín de papás y mamás hormigueando entre las taquillas; ellos con la preocupación en la cara de quien suele delegar la tarea del niño de forma cotidiana, sin encontrar en el misterio de la mochila deportiva la tabla de nadar y las chancletas. Ellas con la rutina reflejada en los movimientos de los que hacen el puré de zanahoria de la noche y ponen a la vez el pijama a la niña.

¿Dónde te ha puesto mamá las cosas? ¿Y dices que este no es el bañador de siempre?

La extraña manía del padre atareado en convencer al pequeño de que no se meta en las taquillas mientras la ropa doblada se revuelve sola. La mamá convencida de la concentrada conversación de su bebé de cinco meses -ella preguntando y respondiendo, por la magia esa que tienen los pequeños de hacer creer a sus progenitores que de todo saben opinar. El preadolescente que ya prefiere que su madre le excuse ante el monitor de natación -no sea, claro, que el joven se traumatice antes de tiempo, que para eso está la Secundaria.

Bueno, ya le diremos a tu madre que se nos olvidaron las chanclas. Coge el ese que está ahí.

-
Niña Pequeña, escucha, no llores. Ya aprenderás a meter la cabeza debajo del agua.
- Pero el profe me dijo que hiciera también pompitas. Y eso lo sé hacer.
- Claro, Niña Pequeña. Y lo otro también lo sabrás hacer.

miércoles, 27 de octubre de 2010

La balsa de Medusa.


Los papeles de la mesa de mi jefa hacían hoy ondas; se interponían entre ella y yo olas de administración y burocracia: archivador pleno abierto, carpeta transparente casualmente apoyada sobre su esquina, montículos breves de papeles grapados, lo urgente en forma sinuosa de post-it amarillos.

Como en un rescate de naufragio, la foto de familia sobre el ordenador y el recuerdo de un viaje a Italia...

lunes, 25 de octubre de 2010

Felicidades.

Fue un amor de adolescencia tardía y ojos negros. Paseos, nostalgias. Horas olvidadas en recrear imágenes que alimentaban el próximo reencuentro -siempre, mi destino: con una estación de tren de fondo. Él se sorprendió en silencio al otro lado de la línea cuando supo de la existencia de Niña Pequeña y de mi marido.

Hoy le felicitaba yo a él por su futura boda de primaveras. Enhorabuena, Fran; enhorabuena, ella.


sábado, 23 de octubre de 2010

La niña de cari va primero.

Comprobaba esta mañana que, aunque algunos escenarios cambien, los comentarios de mama-mihijoporencimadetodo y papá-miretoñovaprimero son los mismos:

- Niña Pequeña, hay que secarse después de salir de la piscina.

(a nuestro lado, una pareja exhibe sin pudor sus comentarios sobre el profesor de natación):

- Mira, ya se lo he dicho al profesor. Porque es que esto no puede ser -dice ella, con los talones firmes en el suelo y los brazos en jarras. Él asiente.
- Claro, cari.
- Ya le he dicho que, aunque la niña esté por edad en el grupo que le corresponde, ella se entiende mejor con los mayores.
- Sí, cari.

(Niña Pequeña protesta, una mañana más, mientras le hago las coletas).

- Y que la cambie de grupo, por supuesto. Me da igual lo que opine el profesor -afirma con voz severa y mirada dura.
- Claro, cari.
- El profesor tiene que saber quién manda aquí.

(Niña Pequeña se pone las zapatillas. Yo disimulo mientras en mi fuero interno contesto a la señora: ¡pues faltaría más, cari!).

Habrase visto, semejante profesor, incapaz de reconocer la madurez intelectual de la niña, sus posibilidades técnicas, su capacidad natatoria... Así nos va, con semejante personal: atreverse a incluir a la niña de cari en el grupo que le corresponde por edad -como a todos los pequeños del pueblo, vaya. Y es que la niña de cari debe de ser una promesa nacional de la natación, futura medallista olímpica, que no debería estar rodeada de otros niños y niñas de cuatro años, biológicamente similares a ella, incapaces todos de vislumbrar apenas su aura deportiva...

Da igual el pasillo del colegio, el vestíbulo de entrada a las aulas o el vestidor infantil de la piscina municipal: la niña de cari va primero. Pues faltaría más.

(por cierto, Ángel, gracias por dedicarle media hora de tu tiempo a Niña Pequeña y ayudarla a flotar).

jueves, 21 de octubre de 2010

¿La educación viene de los padres?

Mis padres me enseñaron que hay que saludar al entrar en un sitio, que en cada ocasión uno ha de vestirse de forma adecuada -o al menos, decente- y que de buenas maneras se llega a todos lados -ilusos... Que lo realmente importante cuesta y que lo que merece la pena se tarda en conseguir.

Que la lectura nos hace mejores, que no hay que dejar para mañana lo que puedas hacer hoy si aprendes a organizarte el tiempo. Que cuanto más aprendas, sepas, estudies y te formes, más lejos llegarás. Que hay que respetar a los mayores -simplemente, porque saben más de la vida, mira por dónde- y dejar las aceras a los más débiles. Que obedecer a la autoridad sin servilismos es prudencia y orden y que una mesa organizada es reflejo de una mente organizada.

Es decir: que aprendí desde bien pequeña que nuestra educación es reflejo de nuestra casa, por lo que somos imagen de nuestra familia y eso hay que cuidarlo.

Al alumno de la gorra esto no le gustó, y por lo que se cuece y menea en los interiores administrativos del Centro, a sus padres tampoco, que insisten a fecha de hoy en su ciega defensa numantina de la inocencia, buen gusto y mejor hacer de su retoño de casi veinte años -vergüenza me daría a mí que con veinte años mis padres hubieran venido a la Facultad a solucionarme el no saber asumir las consecuencias de mis actos... Como aquel padre que, ante el suspenso de su hija en un examen, decía que me iba a denunciar en la Inspección educativa porque mis criterios de calificación eran antidemocráticos y anticonstitucionales (le invité, por supuesto, a acudir a la Inspección, poner la queja que quisiese y remitirme la respuesta. Como no volvió, deduje que en semejante espacio de sabiduría educativa se habían dado cuenta que sigo la legislación vigente al pie de la letra...).

O, caigo ahora de un guindo aciago, igual es que les he llamado indirectamente maleducados. Mísera de mí, ay, infelice.

  • Cualquiera les dice que a los diez mil numantinos de nada les sirvió aguantar tras sus murallas en el 134 a.C, pedir ayuda, patalear, dejarse morir: Publio Escipión, héroe de Cartago, arrasó la ciudad y esclavizó a los supervivientes: Roma educa, pero también castiga.
  • Y para celebrar semejante evento paterno-educativo, inauguro una encuesta en el blog. No sea que yo esté equivocada.


martes, 19 de octubre de 2010

Elia de nuevo.

Hablé de Elia hace un año. Elia es uno de esos regalos que de vez en cuando un profesor se encuentra en las aulas: un cúmulo de cariño y un derroche de imaginación desbordante, algo así como un puntito de luz en medio de las clases.

Y alguno podrá pensar claro, claro: como siempre, la profesora hablando de sus mejores alumnas. Pues no: a ella le costó mi asignatura y en general fue poco a poco. Lo cual era lógico, porque su mente y sus intereses andaban, claramente para todos ,por otro lado. Pero sí, fue buena alumna en otros aspectos, porque derrochaba -y supongo que lo seguirá haciendo- transparencia por todos lados.

Hoy veía en su blog un vídeo de uno de sus últimos trabajos, que no puedo más que dejar aquí:



lunes, 18 de octubre de 2010

¿Cobrar por no trabajar ni estudiar?

No diré más:


La noticia completa, pinchando aquí. Lo que les faltaba a mis alumnos: saber que van a cobrar sin estudiar ni trabajar. Eso sí, todos bilingües, por favor.




sábado, 16 de octubre de 2010

Recopilatorio semanal de buenas obras.

Esta semana:
  • Un alumno amenazó con pegar a toda la clase (una forma civilizada de pedir que le devolvieran su libro).

  • Aquella otra usó la asignatura de Ciudadanía -la útil y densa asignatura de Ciudadanía- para hacer unas fotos con su móvil.

  • Dos alumnos descubrieron que yo no había estado hablando durante las últimas doce clases del tema 1 del libro, sino del 8. ¿Para esto tanta pizarra digital y bilingüismo?

  • Otro no sabía qué relación hay entre España y América en la festividad del Doce de Octubre -mientras que su compañera afirmaba que semejante descubrimiento había sido en mayo.

  • Tras un mes de clase, el alumno del fondo por fin tiene cuaderno.

  • Tres alumnos provocaban un cataclismo planetario, desplazando Serbia por Guinea, Polonia por Mozambique y Bélgica por Senegal (no sé si esto tendrá que ver con la idea de la Alianza de Civilizaciones del Sr. Presidente).

  • El padre afirma que hacer un graffiti en el Centro no es dañar un bien común del mismo. Y, total, ¿para qué iba a castigar a su hijo, si él hacía lo mismo a su edad, como es natural?

  • Uno me indicaba muy serio, durante un examen, que para qué preguntaba las capitales de Europa y África, si él no se las había estudiado.

  • Y al fin uno tenía una duda y me la preguntaba en clase (total de alumnos en mis asignaturas este curso: 143; horas de clase empleadas hasta ayer: 120).

jueves, 14 de octubre de 2010

Sr. Presidente: tiene razón.

Sr. Presidente:

De acuerdo, no, no ha estado bien eso de los abucheos a su persona el día del desfile del Doce de Octubre. Pero es que la gente está muy achuchá -no se ofenda si se lo recuerdo, pero es que a veces me parece que vive usted en el Planeta Imaginario...

Yo no sé si será un conjura internacional contra usted o fruto de una alianza de Pocas Civilizaciones, pero me da que igual unos cuántos han aprovechado para, un año más, decirle lo que piensa. Ya se sabe, que lo de que el pueblo habla en las urnas, es cada cuatro años, y en cuatro años pueden pasar tantas cosas...

No, tampoco ha estado bien lo de pitar en el acto de homenaje a los caídos. Ahí, por esta vez, su equipo y yo estamos de acuerdo. Y tanta defensa de lo nacional viniendo de usted me conmueve y aplaudo.

Pero que tampoco estuvo muy bien lo de la quema de banderas españolas y fotos del Rey en Cataluña. Y no recuerdo yo que su equipo hiciera mucho ante eso. Claro que tiene razón: no se puede comparar los pitidos a su persona con la quema del signo nacional. Dónde vamos a parar.

Qué país...




miércoles, 13 de octubre de 2010

Bilingüismo castellano.

Barreño, pudiente, hoz.

Lo políticamente correcto a día de hoy es la defensa casi a ultranza del bilingüismo en nuestras escuelas; y no seré yo quien diga que nuestros niños y jóvenes no aprendan otros idiomas o eduquen el oído para poder desenvolverse algo mejor fuera del país. Pero yo me mantengo en mi duda razonable, que es un sitio más o menos cómodo, algo así como un mirador de lo que se avecina, sujetándose a un mástil de estabilidad del presente.

Porque azada, arar y enumera son palabras muy poco bilingües y muy castellanas que mis alumnos de Secundaria ignoran. Cronología, define y enmarca forman parte del difícil vocabulario de mi asignatura: "casi imposible", como me dijo un padre hace tiempo en una entrevista, y "así, hablando de esta forma, ¿cómo pretendes que te entiendan?", me recriminaba. Pues eso digo yo: que no me entienden: comprensible, labrar, óseo.

A mí no se me llena la boca de bilingüismo ni me doy palmadas o brindis simbólicos por el avance educativo realizado a nivel estatal. Porque -estéril, agrícola, similar- mis alumnos no comprenden su lengua castellana poco bilingüe, no redactan correctamente y manejan un vocabulario mínimo que les impide expresar con cierta soltura hasta qué sienten cuando sienten.

Eso sí (oratorio, nivelado, mina): la Inspección -que debe de estar llena de profesores con amplia experiencia y pocos burócratas, no me cabe duda- anima fervientemente a los profesores para que nos reciclemos y aprendamos con soltura un par de idiomas europeos.

¿Y para cuándo mis alumnos aprenderán español, oiga? Por aquello de no encontrarme treinta faltas de ortografía en una cara de folio, como he visto hoy... Es que ya molesta, señora inspectora...

Realzar, metódico, allanar.


martes, 12 de octubre de 2010

La raza de los ayays.

Existe entre nosotros una raza de gente especial, con la que nos codeamos tal vez diariamente: la raza de los ayays.

El ayay es, con frecuencia, una persona que practica el ser víctima, convencido internamente de que así mantendrá siempre cerca el foco de atención. Suelen ser personas que asumen los traumas y dolores de los demás y los hacen propios, lo cual puede ser interpretado como un servicio a la sociedad, por lo cual tal vez les debemos estar agradecidos por la empatía y sensibilidad que muestran hacia sus congéneres.

El ayay mostrará un repertorio de males internos y externos de difícil explicación científica, pero se deslizará lentamente hacia las salas de espera de consultorios médicos, a fin de hallar una persona más que desconozca su dolencia. Explicará a quien quiera oirle que lo suyo son cosas de la edad, que ya se sabe, pasa para todos y te espera a la vuelta de la esquina; se empeñará después en convencerte de que a tí te ocurrirá lo mismo, pasado el tiempo pertinente, pues la llamada de la madurez tardía es inevitable a todo ser humano. Entonces habrás perdido, como el ayay, la ilusión por la vida, las aficiones que siempre cultivaste y puede que, si se te ha dado bien, un buen puñado de amigos.

El ayay, además, tiene el don de pasear su lamentación a lo largo del día, sin que varíe ni un ápice a mejor, pero sí siempre evolucionando a cotas negativas. Te preguntará qué tal estás mientras terminas de pelearte con tu despertador -riiiiiing, siete de la mañana-, para después desgranarte los males que le han acontecido mientras tú dormías, analfabeto de lo que ocurría al otro lado de tu tabique. Esos males, además, serán siempre una sucesión cuasi infinita de lo de ayer y antes de ayer, aderezados por alguna breve novedad que te será descrita con mínimos detalles, para acrecentarse a la hora de la cena. Y es que al ayay, ya se sabe, es un maestro en el arte de mojar sus ganas de ser víctimas en café con leche de melancolía...

Sí, hoy fue el cumpleaños de mi padre.


sábado, 9 de octubre de 2010

Estoy ocupada.

Padres, madres, familias todas:

Lo lamento. Estoy de "puente". Hasta el miércoles tendréis que encargaros vosotros de vuestros hijos.

Yo estaré muy ocupada jugando con mi hija.


jueves, 7 de octubre de 2010

Quítate la gorra.

Hay en mi colegio un reducidísimo grupo de alumnos a los que jamás doy clase y con los que apenas tengo relación. No cursan mi asignatura y creo no estar muy desencaminada si afirmo que cuando lo hicieron no debieron tener una brillante nota. Ya se sabe que algunos lo llevan escrito en la cara...

Pero hoy uno ha salido del anonimato que nunca debió abandonar. Algunas veces he afirmado aquí que mi profesión tiene sus puntos buenos, rubricados por unos cuántos malos que suelen pesar tanto que son los que cuentas y en los que te explayas... El alumno en cuestión -ignoraba su nombre y casi su aspecto hasta hace unas horas- había decidido -porque el mundo le ha hecho así- que él podría estar con su gorra oscura encasquetada dentro de clase, después de ella, mientras miraba por la ventana del pasillo a las chicas de la clase de enfrente -esto, hasta que una de ellas le suelte una fresca y se líe- y hasta que su bendito cuerpo decidiera.

Y hay pocas cosas que me gusten tan poco como una persona con gorra en un espacio cerrado. Y así se lo he hecho saber. Desgraciada de mí. Valiente como nadie. Incauta. Como si no supiera yo que los adolescentes son sacrosantos, intocables, benditos en su hagoloquemedalagana, así, porque yo lo valgo:

- Quítate de la gorra. En un sitio cerrado no se lleva gorra.
- No me da la gana. Y tú a mí no me hablas así. El respeto lo primero.
- Quítate la gorra. En un sitio cerrado no se lleva gorra.
- Pues ahora ni pienso quitármela.
- Te he dicho que te quites la gorra.

Gorra bendita y bienamada. ¿Cómo se me ocurrió decirle semejante y agresiva orden a este joven de 19 años? En mi defensa ante cualquier tribunal diré que fui víctima de un ataque de enajenación mental transitoria...

- Nuestra educación es reflejo de nuestra casa. Dice mucho de nosotros y de nuestra familia.

Tocado y hundido. Mi frase favorita, repetida hasta la saciedad en mi pleno convencimiento de que la educación comienza en casa y a la escuela vamos con esa herencia. ¡Ay de mí! Ay, infelice. Di en la diana plena del joven consentido. Se volvió hacia mí, el dedo acusador, las aletas de la nariz inflamadas, de puntillas mirando a su presa: yo.

- No se te ocurra... no vuelvas... o yo.... te prometo que yo... -la amenaza se quedó contenida justo a tiempo, justo en el límite que hay entre la violencia verbal y la física, justo en el instante en el que yo ahora estaría declarando contra este joven en el cuartel de la Guardia Civil.

Quince minutos después aparecía su madre, dándome una lección de buenas maneras -las mismas que le ha enseñado a su hijo, claro, porque de tal astilla tal palo-, indicándome con delicadeza exquisita mal contenida cuál debe ser mi comportamiento, actitud y respeto haca su hijo. Santa razón la de esta mujer: ¿quién soy yo para decirle a su hijo que se quite la gorra en un lugar cerrado? Efectivamente, era ella la que se lo había tenido que decir hace tiempo.

Eso sí, que Dios le pille a esta madre confesada cuando su hijo termine de dominarla a su antojo...

De vez en cuando es bueno agradecer a los compañeros la ayuda dada. Como en este día le agradezco yo a mi compañero Pablo la que me ha dado esta mañana con esta historia...



miércoles, 6 de octubre de 2010

Una de arte juvenil.


Altamira. Hace unos 12000 años. Los primeros santanderinos dejan en la roca la huella pictórica de mamuts y caballos, intentando plasmar el espíritu de los animales a los que luego se enfrentarían en la caza por la supervivencia.

Mi colegio. Hace unas horas. Unos no muy anónimos adolescentes plasman su rebeldía contra esta sociedad injusta dejando unos graffitis en un bastante concurrido muro del recinto. Su lucha antisistema se queda entre yesos y expresan así su desmesurada lucha en pro de la libertad de expresión -luego igual se consideran explotados cuando mañana les enseñemos la bayeta y el cubo, como me dijo uno el año pasado mientras limpiaba sus reivindicativos mensajes contra la opresión educativa.

En estos casos me pregunto por qué no hacen gala de su mala educación delante de mamá-guay y papá-todomeloda. Vamos, que podrían pintar la pared de su casita...

Arte de verdad, pinchando aquí.