domingo, 28 de febrero de 2010

sábado, 27 de febrero de 2010

Llueve sobre los calcetines.

Hoy la lluvia va calando. Esta tarde nos veremos, pero mis calcetines, posiblemente, sufrirán nuestro encuentro; seguramente, también mi corazón, por el tiempo que ha pasado desde la última vez que nos encontramos. Pero lo inmediato, lo presumo, estará en mis calcetines.

La lluvia va calando. Y tarde me dí cuenta de que la suela de mis botas se rompió no sé muy bien cuándo...


jueves, 25 de febrero de 2010

La sala de profesores.

Una sala de profesores es un lugar misterioso al que los alumnos asoman su cabeza cuando abren la puerta y entran agachados -¿por qué lo harán así?-, como si se fueran a dar con el techo o quisieran pasar desapercibidos. Es ahí, piensan ellos, donde se cuecen las cosas. Cuando yo era alumna me preguntaba, claro, de qué hablarían los profes entre ellos y cómo serían los detalles de sus muy secretas vidas, establecía extrañas relaciones más o menos profesionales entre ellos -porque ya se sabe: los profesores son como setas, nacen, viven, surgen en el colegio- e intentaba imaginarme cómo sería eso de verlo todo desde el lado de la tiza.

Si ellos supieran que el verdadero centro de eso cocido son los pasillos...


miércoles, 24 de febrero de 2010

Admito que te amo.

Mi compañera Eva, que es de esas personas que se empeña hasta la saciedad por sacar adelante una idea original, se empeñó en este caduco mes de febrero en hacer un concurso de cartas de amor por san Valentín. Incluso se atrevió a lanzar la propuesta al claustro de profesores; cierto que, en este caso, con poco éxito de convocatoria, pero ya se sabe que los inicios son duros.

Dejo aquí copia de mi aportación a dicho concurso:


No recuerdo bien cuándo fue la primera vez que nos conocimos; siento, más bien, que siempre has estado ahí, pendiente y constante en tu fidelidad. Como si nunca hubieras no estado junto a mí, así siento mi relación contigo. Incluso antes de necesitarte –o de nombrarte, ya ves-, yo ya intuía que te mantendrías aquí con lealtad intachable.

Creo que lo nuestro ha sido un juego de sentidos, pues noto tu presencia con sólo oírte trastear –ese chipchipchip que tanto te caracteriza- y tu figura me persigue cuando vuelvo a la naturaleza –sí, aquel campo en el que nos conocimos hasta casi paladearnos, ¿recuerdas? Admito que a veces tú has sido motivo de disputa entre los que me conocen; no sé si por envidia o por rabia, pero todos quieren tenerte a su lado, y sabes que eso no va conmigo: exijo, lo sé, toda tu atención, incluso cuando llegas por tu cuenta, de casa ajena y sin previo aviso. Es en esos momentos cuando te miro con curiosidad, preguntándome por dentro por qué has tardado tanto en llegar…

Pero el momento del encuentro es siempre como el primero –si pudiera recordarlo, pero sé que debió ser así: no es posible otra opción. Tu cuerpo se me ofrece diría que hasta con jugosidad, sin posibilidad de pecado porque lo nuestro –te lo he dicho muchas veces- está por encima de eso. Lo nuestro es conocernos, encontrarnos, descubrirnos cada vez que sabemos que el otro está ahí; y la próxima vez –porque habrá otra y muchas, no puedo evitarlo- será igual, siempre. Es impensable que no pueda ocurrir esto entre nosotros.

Y tal vez en otras casas sea el amor que te ofrecen más intenso o te llenen y rodeen de oropeles. Es posible. Pero yo te quiero así, con tu sencillez, sin más, como de toda la vida.

Por eso te amo. Tortilla de patata. Tú, la de mi madre. La de siempre.



martes, 23 de febrero de 2010

Hoy usaron un término democrático.

Hace diez años que perdí mi identidad. Hace diez años que trabajo oficialmente dando clase. Y hace diez años que mi nombre se borró por el de profe...

Profe es un término neutro que no dice nada -o dice mucho, según como se mire-, aplicable a cualquiera de mis compañeros; bien pensado, es hasta un término democrático e igualitario, porque no sabe de masculinos y femeninos -diría alguna de sus señorías.




lunes, 22 de febrero de 2010

Me molestan las mentiras.

Esta noticia me molesta. Mucho. Profundamente.

Porque no soporto las mentiras; no puedo con ellas.

Así que... mucha cháchara y pitidos, pero... ¿por qué participan en las ligas nacionales? ¿Por qué participan en la selección? ¿Por qué piden ayuda económica cuando les afectan desastres naturales? ¿Por qué chupan del bote de los impuestos de todos los demás?

No sé por qué me da que es cuestión de dinero...

Y me molesta. Porque mi médico de toda la vida es de allá, porque conozco la tierra. Porque mucha gente no se lo merece. Eso sí, hay que respetarlos... Empiezo a pensar que voy a respetar cuando yo me sienta respetada...


domingo, 21 de febrero de 2010

¿Por qué usamos calcetines?

No me gustan las tareas domésticas, en general, a las que considero acaparadoras necesarias de mi tiempo -que, ya se sabe, es breve, costoso y siempre muy ocupado en otras cosas más importantes. Pero, en particular, hay un elemento casero que me molesta especialmente: guardar calcetines.

Cada día que tiendo un par de calcetines tras otro estoy deseando que llegue la primavera o, al menos, un sol suficientemente generoso como para secarlo rápidamente. Los calcetines tienen la mala costumbre de quedarse húmedos en las punteras, aplanados en mala forma o, lo que es peor: no se lavan a la vez, con lo que la pareja queda en sorprendido divorcio a la espera de un feliz reencuentro en el cajón de mi cómoda.

Y, por supuesto, cuando ya estén juntos, unidos en un cómodo paquetito, ocurrirá lo inevitable a la hora de vestirse: uno de ellos -si no ambos- estará del revés...


viernes, 19 de febrero de 2010

Sobre frentes.

Están al otro lado, tarde tras tarde; pero esta vez yo, en mi propio bando, protegida por los míos. La masa, la tribu, me da la seguridad que yo sola no tendría al intentarlo. Observo desde mi segunda o tercera fila que somos muchos en ambos lados, tal vez los mismos en número. Ellos también me miran, nos miran como si fuéramos en liga, tal vez esperando a ver quién dará el primer paso: los hombres traspasando el vacío, ellas en discreto pero eficiente segundo plano, aferrando con energía a los niños las madres.

Es sólo un segundo lo que dura empezar: apenas un instante en el que todos sabemos que no hemos respirado, pero hemos estado pendientes, la mirada fija en bloque, todos a una en el fondo, aguardando el preciso instante en el que el rojo se convierte en verde.

Y cruzo la calle, acompañada de los míos, de acera a acera, inventando caminos invisibles para sortear a mis contrarios que se disponen a lograr el espacio adoquinado que hace un instante era mío.






martes, 16 de febrero de 2010

Hoy encontré a Eva. Por fin.

Los que me siguen saben que voy descubriendo por ahí a antiguos alumnos míos que se han hecho presentes en la red. Están aquí delante, a su manera cerca de mí entre mis blogs amigos (aquí y aquí); esto lo conté ya y lo puedes leer aquí y aquí.

Yo ya sabía que Eva andaba cerca. Sólo estaba esperando que hiciera su aparición. Supongo que su naturaleza tímida le ha impedido acercarse a la bloguesfera o, simplemente, ha esperado el mejor momento para decir algo. En mis clases era igual, pues recuerdo perfectamente que se mantuvo oculta en su velo gris durante casi todo el curso, y sólo al final, cuando ya contábamos los días para irnos a casa, se hizo realidad a través de un trabajo; un trabajo hecho a su manera: escribiendo. Me pidió permiso y le dejé, claro, pues no estoy acostumbrada a que mis alumnos tomen la iniciativa y decidan cómo hacer las cosas que les pido.

Su trabajo, una deslumbrante historia de mujeres, perfectamente sincronizada en el tiempo y en la Historia de los comuneros de Castilla. Mi asombro fue tal que dudé desde el principio sobre su autoría -y aún me arrepiento- y le pedí a una compañera que lo revisara, pues no entraba en mi cabeza que aquella misteriosa y muy silenciosa alumna saliera con eso... Nos tuvimos que rendir a la evidencia -todos en el colegio- de que teníamos ante nosotros un diamante que no habíamos sabido explotar y que se nos iba de las manos porque también acababa su tiempo de estudio entre nosotros...

Afortunadamente Eva ha sabido perdonar mi torpeza y me regala de vez cuando con correos electrónicos, mensajes o algún escrito ocasional. Bien sabe ella que tiene en mí una de sus más fervientes seguidoras, que la animo siempre a que luche por darse a conocer. Los que la leemos -porque ella a veces nos deja- sabemos que tenemos que tener paciencia y dejarla hacer y madurar.

Y Eva ya está en la red. No sé cuánto tardará en hacerse un hueco o en regalarnos de nuevo uno de sus escritos recientes (porque ella es así, evoluciona a su ritmo y a paso lento, pero confiado). Hoy os la presento y la tendréis entre mis blogs amigos. Pinchad aquí para conocer su blog Piedra, papel, tijera.


Desde vanos y gateras.

Hoy he visto un edificio abandonado. Cierto que siempre o casi siempre ha estado allí, pero hoy, no sé, me he entretenido una milésima de segundo más en él.

Un edificio abandonado es lastimoso. Es lastimero. Es una foto de un tiempo que se lo ha saltado. Este, además, tiene delante tres grandes anuncios; pero el tiempo los retoca y los permite, mientras que mi edificio abandonado me llama desde puertas y gateras. El tiempo se ríe de él y no lo sepulta.

No sé cuál es el futuro del edificio abandonado, o si lo tiene siquiera... Tal vez no, supongo, y sea sólo, en breve, ventanas huecas.


sábado, 13 de febrero de 2010

Una agenda es un arma de destrucción.

Hace unos días me regalaron una agenda nueva. Suficientemente grande, como a mí me gustan, hojas amplias, mucho espacio, poco manejable -en el sentido de manejable de caber en el bolso, como me dice mi madre-, pero práctica. De las de toda la vida, como un cuaderno.

Y una agenda para mí no es un arma para saber qué tengo que hacer, de forma ordenada, cuadriculada más bien, con perfecta organización de una mente cuasiobsesiva. No. Es un arma de destrucción mental, un ataque permanente a mi autoestima: el recordatorio no de mis futuras tareas, sino de todo aquello que dejo por hacer porque el día no se estira más. Me recuerda, así, constantemente, desde sus hojas anilladas en un precioso azul mar, que la vida me vence en mis tareas por mucho que yo me empeño, hora a hora, en cuadrar su tiempo con el mío.

Aunque yo sigo, compulsiva, apuntando día tras días mis mil cosas cotidianas, a la espera de que la agenda se llene o ceje en su empeño de resaltar sólo lo que no me da tiempo a realizar...


viernes, 12 de febrero de 2010

Punto y coma.

Antonio dice con frecuencia que decimos más con nuestra presencia y gestos que con las palabras -reflexión que creo le he oído ya varias veces en distintos foros. Y estos días de afonía en los que me recuerda José, soy como la sirenita, me he acordado especialmente de una profesora que me acompañó tres años a lo largo de mi Bachillerato.

MªÁngeles fue mi profesora de Latín. En su momento no lo supe apreciar, pero sí es cierto que aprendí con ella mucho más que el lenguaje de los eternos -y que me vino muy bien, de paso, en la Universidad. Porque durante unos años estuve luego carteándome con ella, una vez ya jubilada y comida por una dura enfermedad. MªÁngeles nos decía con frecuencia que ella sabía mucho de nosotros, sus alumnos, con sólo mirarnos y conocer nuestras letras. Esa reflexión, supongo que fruto de más de treinta años a pie de aula, ha estado muy presente en los diez míos que llevo como profesora. Porque es cierto, claro, como ella nos decía: mis alumnos me dicen más de ellos con sus miradas, su no estar en clase más que de cuerpo presente o su desorden de cuadernos y cajoneras.

Pero mi profesora de Latín decía mucho otra cosa: que ya no se usaba el punto y coma ; . Se lamentaba ella de esta falta de uso, ya que consideraba que nuestros pensamientos, al ponerse por escrito, perdían calidad, rapidez y unidad. Claro que ella no vivía en el mundo telemático; supongo que ahora hubiera rectificado algo su opinión...

En estos días de silencio obligado en el que mi voz empieza tímidamente a aparecer, me he dado cuenta de que el punto y coma ; sí se usa. Las redes sociales están llenos de ellos. Un punto y coma es un ojo pícaro que anima el chat de mis alumnos o una broma encubierta. Un punto y coma es el comentario que te podría decir y me callo porque tú lo sabes, pero también es la empatía que siento contigo al otro lado de mi pantalla...

Yo, de todas formas, me quedé con la copla... Y me gusta el uso del punto y coma ; . Por mi profesora de Latín.


jueves, 11 de febrero de 2010

Con la comida no se juega.

Acuérdate de esto la próxima vez que vayas a comprar al supermercado.

Para que luego mis alumnos protesten a la hora de la comida...


Cadencia y remolino.

Se escurre, corre, gira, un aleteo.
Acaricia con compás y cadencia una farola.

Vuela.

Y se ha ido en remolino.

Alquien había tirado hoy un papel leve cerca de mi casa...



martes, 9 de febrero de 2010

Amigos de lo ajeno.

Me han robado.

Y no me he enterado, que es lo peor.

Me han dejado seca y a medio decir; todo ha sido inesperado -o no, le dije a mi marido que esto iba a pasar, que algún día ocurriría, vistas las cosas: era casi inevitable. Tarde o temprano iba a vivir esto, y lo peor es que no lo parece, que no se aparenta: me rodeo de mi gente de todos los días, que inician, como todos los días, sus conversaciones y preocupaciones cotidianas, preguntas sobre este alumno o el otro. Todo parece normal. Pero a mí me han robado.

¿Dónde habrán dejado lo que me pertenece?

Y es que mi voz es mía, personal, mi instrumento cotidiano de trabajo. Me la han robado.

Estoy afónica.


domingo, 7 de febrero de 2010

Costosos regalos, imaginación gratis.

La alfombra sirve de lugar de reposo de muñecos y peluches; la mesa es un buen sitio para dejar un juguete acompañando a pinturas y folios de colores, la puerta, una improvisada pared donde dejar colgados las últimas creaciones y el pasillo, de garaje improvisado. Siempre hay, de paso, una caja de cartón desechada de cereales a la que convertir en bolso de la compra y un cesto lleno de pinzas que serán transformadas en atasco de vehículos imaginarios.

E incluso, en este momento, la caja de herramientas paterna, bajo la supervisión de los mayores de la casa, es un mundo inexplorado al que merece la pena dedicarle unos minutos...

Una casa es, parece, un todo, un enorme juguete para una niña de tres años. Los mayores nos empeñamos en costosísimos regalos sin tener en cuenta que la imaginaciónes es gratuita.


sábado, 6 de febrero de 2010

Lluvia de agujas en mi garganta.

Llovía cuando salí el otro día -hace algunos, puede ser cualquiera. Cuando llueve y los que me rodean no tienen paraguas suben los hombros, fruncen el ceño, meten la barbilla y corren sin mover las rodillas, como si de esa manera pudiesen sortear las gotas o estas les pudieran eludir evocando no sé qué sortilegio...

Llovía y eran gotas agudas que se escurrían en los charcos; no los formaban, porque ya estaban allí, esperándolas. O tal vez era siempre la misma gota, multiplicada, única en realidad, saltando de uno a otro...

¿Llovía y quizá por eso hoy mi garganta es un acerico? Hacía tiempo que no me resfriaba...


jueves, 4 de febrero de 2010

Manifiesto por la exigencia.

Estos dos últimos días he sido la mano anónima que ha levantado las persianas de los pasillos de mi colegio. Porque se ve que a mis alumnos no les importa estar sumidos en la oscuridad.

He sido la mano anónima que ha recogido algunos papeles que he encontrado en el suelo. Porque se ve que a mis alumnos no les importa estar rodeados de basuras.

Y he sido la mano anónima que les ha mandado deberes, les ha pedido que sean puntuales, les ha solicitado que estudien para un examen y las he urgido para que mantuvieran la cajonera y la mesa limpias y ordenadas. Sobre todo, esto último, porque sin organización no es posible el estudio. He sido la mano anónima que ha comprobado que no siempre las tareas estaban hechas, que ha recabado información para orientar a algunas familias a mejorar el rendimiento y que ha comprobado que los jóvenes no saben ni escucharse ni respetarse.

Porque si consienten los papeles a su alrededor y el desorden en su pequeño lugar de un aula, permiten que los deberes -es decir, su pequeño trabajo diario que se les pide para irse convirtiendo poco a poco en hombres y mujeres de provecho- estén sin hacer, no les molesta en absoluto que se avise a sus padres de que algo no va bien y no tienen control sobre la información sobre ellos mismos que vierten en las redes sociales... Si permiten esto, ni se escuchan ni se respetan. Y son los adultos del mañana. La culpa no es sólo de ellos, claro, si no de la generación superior que les consiente la laxitud de las tareas, el relajo de las normas, la pérdida de organización, el amiguismo con sus progenitores hasta extremos insospechados o la protección a costa de todo y lo que sea...

Pero yo seguiré siendo una mano anónima que mantendré mi nivel de exigencia. Porque creo que no es mucha exigencia pedir, al menos, que se construya el futuro en medio de la adolescencia. No ya por su bien. Por el nuestro.



Venga, más mentiras.

Algunas cosas que pasan en el mundo, y sin incluir las guerras olvidadas que hay en el planeta o los miles de niños a los que les estamos robando su derecho a alimentarse sanamente o recibir una correcta educación, me molestan. Sí, me molesta. Me molesta y me incomoda que se crean que trago con ruedas de molino, como al escuchar esta noticia; a algunos políticos -si no a todos-, les recordaría que existe un mandamiento elemental: no mentirás. Y no levantarás falsos testimonios. Y honrarás. Y no dirás el nombre de Dios en vano. Vamos, por favor...

Y luego, en el postre de mi comida, me sorprendía escuchando esta otra noticia; vamos, que los sindicatos españoles, de repente salen a la calle. Y digo yo: ¿dónde estaban cuando empezaron a engrosarse las listas del paro? Porque supongo que lo suyo es la lucha por los trabajadores y tal... Aunque, no sé porqué, empiezo a pensar que tal vez el dinero, en forma de subvenciones, acalla hasta la más enérgica protesta. Qué curioso... ¿Saldrán a la calle para reclamar, de paso, que también sus señorías ministros se revisen sus pensiones? Porque creo que a ellos no les pasa esto.

De paso, uno que ha matado a tiros a su mujer, queda libre por un error judicial. Si al final parece que son las víctimas las que tienen que salir huyendo y esconderse. Y, claro, cuando los padres de los jóvenes son noticia como esta...

Qué país.


miércoles, 3 de febrero de 2010