miércoles, 31 de marzo de 2010

Tren con destino a...

Me sorprendía hoy al verlos, amontonados -casi apilados-, con nervios a flor de piel ellos, pendientes ellas con un ojo del monitor, con el otro de los niños pequeños -que intentan escaparse. Tantas eran las maletas, mochilas y misteriosos objetos envueltos que se adivinaban apenas sus siluetas, vigilando el monitor donde habría de indicarse la vía por la que saldría su tren destino a...

Una riada de personas desplazándose en tropel, apresuradas. Coge la maleta, ¡vamos , niño!, venga, venga... El anuncio claro de que el monitor ha dado la señal, el pistoletazo de salida: la vía ha sido ya anunciada y el amontonamiento de gente se mueve, obediente en su masa, hacia el cheking de equipajes. Caras circunspectas, serias: este es un momento trascendente, vital, importante: la comprobación de que, efectivamente, este es mi tren, este mi vagón, este mi asiento. La situación obliga a tremenda seriedad.

De nuevo las prisas, el corre-corre, los intentos de atropello y codazos por ser los primeros en descender por la rampa hacia la vía, donde espera pacientemente el tren. Que no se va a ir, claro, pero parece que si ya estás dentro, la maleta colocada y el billete mirado y remirado para comprobar que todo está en su sitio, ya podemos irnos. Venga quien venga... Un asiento comprobado en el remirar del billete es una batalla ganada.

Y yo me pregunto, no sólo dónde irán -curiosidad malsana- mientras espero pacientemente mi tren, sino, sobre todo, por qué no se han dejado las prisas encima del cobertor de la cama...

martes, 30 de marzo de 2010

Bendito país.

Peor: los hay poseedores de la verdad a ultranza, y esa es sólo la válida. La suya, su verdad. Jamás el de enfrente pudo entonces tener opción a buscar y defender la verdad que le es propia, tal vez positiva, tal vez vivida como un regalo que se puede donar a los demás...

¿Qué enseñarán entonces a sus hijos? ¿Qué estarán transmitiendo a las generaciones que vendrán después a sobrevivir entre los escombros? Sospecho que mucha memoria histórica y poco perdón; o un dolor enquistado que no supo salir -o no se quiso sacar. Al hilo, un amigo de El Salvador me recordaba, al mismo tiempo: date el chance... Que me lo den a mí también, respondo.

Hay varias cosas que me molestan, claro, como al resto. La mentira, sobre todo -bien lo saben mis alumnos. Pero después, acortando el espacio, las etiquetas; yo no soy como el de al lado, no soy como ese que conoces, no soy como aquel otro que... Me molestan, pues, los cartelitos que se cuelgan al modo de carteles en el mercado de esclavos de Roma: yo soy la profesora que trabaja y se preocupa, una madre atenta al tiempo de su hija, la amiga que es leal por encima de todo, la persona que reconoce las miserias de las instituciones creadas por el hombre, pero también sus olvidados aciertos.

Tal vez el asunto es, como me decía ayer por la tarde una buena amiga, que los profesores tenemos muchas vacaciones. Convencida estoy: los problemas familiares de mis conocidos, la crisis de España o los ideales consumistas se solucionarían, sin duda, si yo tuviera menos vacaciones. O, como me recordaba hace unos días otro conocido -ni amigo-: ser profesor, ser un vago.

Bendito país...


domingo, 28 de marzo de 2010

Silvio.

Reconozco que me gusta Silvio Rodríguez; y que estuve en uno de sus conciertos hace once años. Y que volvería a ir, claro. No nos une la ideología política, pero sí su asociación con buenos momentos, cenas en Guadix con los amigos, viejos amores y noches en Honduras. Por ejemplo.

Hoy me enviaba mi hermano a través de Facebook la noticia del nuevo disco de Silvio.




sábado, 27 de marzo de 2010

Sesenta minutos.

¿Dónde se irán los minutos que esta noche, cambio al horario de verano, perderemos?

Nadie me ha preguntado si los quiero aprovechar, utilizar, gastar o prestar. Habitualmente me falta tiempo para obsesionarme en mis cosas y esta noche me roban sesenta minutos.

Quiero mis sesenta minutos para perderme en este libro que empecé hace días y aún no consigo dominar. O para mirar al vacío de la pared del cuarto y pensar cómo sería si... Arreglar el mundo -o, al menos, el mío, más cercano- con minuciosos planes de reconstrucción y dedicar los restantes a escuchar la queda respiración de Rut al otro lado.

¿Alquien se llevará mis sesenta minutos, acumulados a otros tantos de personas que esta noche moverán las manillas?

Porque pudiera ser, tal vez, que entre todos vayamos a regalar muchos minutos a alguien que nacerá en ese preciso momento...

Y en ese caso, sin dudarlo, dejaría que me robaran otros sesenta minutos más...


jueves, 25 de marzo de 2010

Yo, siete, tú, cinco.

Leía hoy en casa de mi madre esta noticia sobre un grave incidente ocurrido en la Universidad Complutense de Madrid. En el formato papel del periódico se añadían, en breve columna, abajo, a la izquierda, comentarios de estudiantes de dicha Universidad a tenor del percance. Me sorprendía uno de ellos, que lanzaba: "Podéis pensar lo que queráis, pero somos el futuro".

Es decir: el todo vale de la Secundaria, llegando ya a la Universidad. Y como todo vale, es permitible y digno de aplauso semejante comportamiento en "esos del futuro". Le diría yo al estudiante en cuestión, hombre del futuro del país, que si lo van a construir a golpe de violencia, desprecio, ausencia de diálogo, falta de autocrítica y demás, sería más provechoso para él dedicarse a otra cosa. Porque si ese es el futuro que nos -me- espera, mal vamos.

Un apunte más. Hoy era también día de entrega de notas en mi colegio. Nada que destacar, pues todo lo he dicho ya a lo largo de estos tres meses y sin muchos tapujos en mi casita virtual. Baste el comentario de un alumno (estudiante también, a la sombra del de la Universidad): "tío, macho, te he ganado: me han quedado 7 y a tí sólo 5".

Total de asignaturas en 2º ESO: 9


martes, 23 de marzo de 2010

Veo un almendro desde la ventana y...

El almendro es mi árbol preferido porque anuncia la primavera.

Hoy llegó el buen tiempo y las ramas de los almendros de mi colegio se han llenado de nubes blancas y rosas.


lunes, 22 de marzo de 2010

Estoy de enhorabuena.

Hoy estamos de enhorabuena. Y es que mi colegio crece. El curso que viene dejaremos de ser una isla, tal vez un centro de paso -como me decía hoy la madre de una antigua alumna- para ser -espero- un referente: mi colegio crece y el curso que viene se abrirán las clases de Infantil y Primaria.

Y estamos de enhorabuena.

Pinchando aquí podréis visitar la web del colegio.
Aquí y aquí, el tríptico informativo.


domingo, 21 de marzo de 2010

¡Última hora!

Pese a quien le pese, este trimestre está acabando; la evaluación cierra sus puertas con mayor o menor éxito: mal éxito para los profesores, que observamos día a día cómo el sistema educativo da pena, buen éxito para los alumnos, víctimas del mismo sistema educativo que les permite aprobar sin trabajar, gastar el día en las aulas sin interés por aprender o pasar curso a curso porque hay que adaptar los contenidos a su capacidad -por eso da lo mismo saber leer, escribir o comprender un texto: todo vale y, por si acaso, que aprueben...

El trimestre acaba y a lo largo de estos dos días mi correo electrónico se ha visto casi colapsado por trabajos de última hora de alumnos -casi todos de 3ºESO- y alguna que otra súplica. Ha habido suerte porque de momento no he recibido amenazas -las últimas fueron hace dos cursos, lidiadas luego a golpe de teléfono con la madre del alumno en cuestión.

Lo de última hora es norma frecuente entre mis alumnos -no sé si se envían eventos vía Tuenti para ponerse de acuerdo-, pero lo que me llama la atención es que, aunque les recuerde que los profesores no tenemos por qué trabajar sábado o domingo, que eso va por voluntades, alguno -y alguna, no se vaya a molestar nuestra utilísima ministra de Igualdad- insiste a estas horas en mandarme tareas pedidas hace dos meses.

Pero, claro, qué más da. Lo importante es aprobar sea como sea. Lo de menos es cómo, lo que se ha aprendido o lo que se ha crecido -o no- como persona a lo largo del curso. Lo de menos es si al alumno se le ha querido enseñar hábitos de orden, disciplina o cierta autoexigencia. Lo importante es aprobar. Maquiavélico, principesco. Porque siento que, a veces, el suspenso de un alumno es como decirle a sus padres que son ellos los suspendidos. Craso error: es él, señora, señor, el que no trabaja y al que le han consentido.

Pese a quien le pese, se acaba el trimestre. Fin de esta segunda evaluación. Bien merecido descanso, compañeros profesores.


viernes, 19 de marzo de 2010

Día del padre.

En el calendario de mi cocina he tachado ya algunos días. Los cumpleaños de mis amigos siguen primorosamente señalados, a la espera. Los días que ya pasaron fueron eliminados: ni existen ni se repetirán -algunos, afortunadamente.

Pero no he dudado en tachar aquellos que me sobran: los que me imponen sin motivo. Hoy es uno de ellos, el Día del Padre. Vendrá luego el de la Madre y hasta incluso Navidad.



jueves, 18 de marzo de 2010

Estoy con mi crisis.

Hoy estoy en crisis.

Bueno, no exactamente. No lo estoy, pero seguro que entraré en algún estado similar o cercano, donde me preguntaré para qué hago lo que hago y si realmente merece la pena estar en el escenario de una clase...

Una amiga profesora me decía hoy que había puesto un examen en una clase dejándoles el libro y que los resultados habían sido igual de desastrosos que sin el libro.

Este mismo día, tal vez a la misma hora, corregía unos cuadernos y me encontraba que la mayoría de ellos estaban en blanco, incompletos, sucios o rotos; sorprendentemente yo, que digo las preguntas de los exámenes, no veía en ninguno de esos cuadernos la copia rápida de un estudiante -¿estudiante?- espabilado que las hubiera tomado al vuelo para estudiar al menos esas. Por no hablar de la ausencia casi total de los deberes hechos o corregidos -¿dónde habrá quedado ese bolígrafo rojo con el que se marcaba lo que estaba mal y se reescribía lo correcto que indica el profesor?

Alguno hasta descubría hoy que tenía un examen, que entregar unos ejercicios o terminar un trabajo...

Y entonces me vienen a la cabeza las familias que me dicen que la exigencia del sistema educativo actual impide a sus hijos desarrollar todas sus capacidades intelectuales, que sus hijos se aburren y suspenden porque son superdotados o, incluso, que qué quiero yo que hagan ellos si tienen más hijos.

Una vez, hace años, la madre de una alumna me dijo que no estaba de acuerdo con la nota que tenía su hija en mi asignatura y que se la iba a poner ella. Ni corta ni perezosa, sacó una calculadora del bolso y me pidió -de malos modos, claro- que le fuera dictando todas las notas que tenía aquella alumna -tal como soy yo, un mínimo de 25 anotaciones por trimestre.

No estoy en crisis, pero en las próximas 72 horas lo habré estado. Seguro. Porque tengo que terminar de corregir los últimos retoques de esta segunda evaluación y poner las notas. La crisis es para mí, claro, porque a ellos yo ya no sé si les importa...



miércoles, 17 de marzo de 2010

Yo no me enfado.

Parecía que estábamos enfadados, pero no era tal. Habíamos buscado juntos el horario del autobús que nos llevaría a casa, y junto a otros, esperado a que llegara y el conductor nos dejara subir. Nuestro billete estaba en orden y podíamos resguardarnos de este último frío del invierno dentro del vehículo.

Fue ahí cuando me di cuenta de que no estábamos enfadados, digo, pero a ojos de los demás lo parecía: no nos mirábamos a los ojos, casi ni queríamos darnos cuenta de la cara del otro y hacíamos como que estábamos ausentes, pendientes sólo de encontrar el asiento que nos correspondía y, a ser posible, que nadie se sentara a nuestro lado, tan importante era para cada uno poder poner bufanda, bolso y maletín junto a nosotros -nunca, a ser posible, en el maletero, las rejillas superiores o en el suelo.

No estábamos enfadados; de hecho, no suelo estarlo de manera frecuente y menos con las personas con las que comparto mis viajes casi diarios en bus. Pero eso sí, cada viajero se separa prudentemente del otro y se sienta, como en damero, solo en cada par de asientos. Seguro que secretamente pidiendo al conductor que arranque ya por si acaso ese otro que acaba de subir pretende sentarse a mi lado...


lunes, 15 de marzo de 2010

Globo sin niña.

Sigue en casa el globo que mi hija capturó hace dos días. Se pasea él con aires de suficiencia por toda la casa y tiene conquistado ya el terreno del comedor.

Temo que el plástico que contiene su aire no resista más y todo el salón se llene de helio...


domingo, 14 de marzo de 2010

Mis recuerdos de los 80: El hombre y la Tierra.

Hoy hace 30 años del fallecimiento de Félix Rodríguez de la Fuente. Yo sólo tenía cinco años, pero recuerdo muy bien esta música; y todo el respeto por la Naturaleza que transmitió. ¿Quién no se acuerda de...



Fundación Félix Rodríguez de la Fuente, pinchando aquí.


sábado, 13 de marzo de 2010

Niña con un globo.

Se resiste a ser dominado y se escurre entre sus manitas de tres años; intenta liberarse al son del viento y da quiebros, toma mal las curvas, le persigue al correr por la acera, busca una salida a su encierro en la casa...

-¡Globo, globo! -grita, intentando controlar su juguete con sólo su cuerda de colores.

Papá y mamá, previsores, hemos atado la cintita a su muñeca. El globo da tirones: hace buen tiempo, el cielo por fin está despejado y por la acera corren, más bien, aires de una temprana primavera. Pero sabemos, los mayores, que hay que evitar que se vaya su juguete: ¿quién la podrá convencer después de que el globo llegará hasta los aviones para decirle adiós de su parte?


miércoles, 10 de marzo de 2010

Siguiendo el camino de piedras amarillas.

Mi amiga Sigrid es también mi ahijada. Pero también será madre; es decir: este año su sueño se verá cumplido, Dios mediante, después de dos años que han sido largos para ella.

Después de dos días sin buenas noticias en mi teléfono, por fin hoy al final de la mañana me llegaban sus palabras. En boca de ella, un milagro.




martes, 9 de marzo de 2010

Tengo frío en las manos.

Dijo:

- Mamá, tengo frío.

Tendió su mano, confiada, con la certeza total de que también esta vez -también-, mamá sabría resolver la situación.


lunes, 8 de marzo de 2010

Día de la mujer.

Hoy es el Día de la mujer trabajadora -prefiero pensar que es el Día elegido para darse cuenta de lo que trabajan las mujeres...

Es muy fácil para mí, por lo tanto, traer a colación a esas mujeres íntegras y con afán constante de superación, como Belén, Tíamaríadolores y Carmen, o a aquellas que tenían el sueño de ser madres y ahora son un poco mejores porque han logrado cumplirlo, como Nair, esas que son Señoras -con mayúscula- como Tíamagda, incluso regalar la imagen de Olga, por cuyos ojos se le escurría la transparencia de su alma... O a mis mujeres de Guatemala, El Salvador y Honduras, que me enseñaron lo mucho que dependen de ellas los hogares que sostienen...

Podría, claro, recordar a aquellas que sufrieron o viven en la violencia. Ellos, no violentos sino enfermos, las mataron -por dentro o por fuera- sin darse cuenta de que ahora no son de ellos, sino de todas.

Pero traigo aquí a las desconocidas, a las maris que se preocupan por la educación de sus hijos, llevan su día, hacen tortillas de patata, recetan para la afonía limón con miel y retienen el tiempo del reloj al abrazarte. Esas, de las que no se habla, pero tienen nombre y rostro amable, solidarias, colaboradoras, agobiadas por el presente, con esperanza por el futuro que escriben cada minuto.

Hoy es el Día, por tanto, de las anónimas.


viernes, 5 de marzo de 2010

Aquiles y Ulises.

Ulises es uno de los grandes héroes de la mitología griega. Su astucia y curiosidad le llevan por todo el Egeo saltando de una aventura a otra, aprendiendo paso a paso y siempre con la idea clara en la cabeza de recuperar a su fiel Penélope.

Aquiles es un héroe de la Guerra de Troya. Valiente, feroz, leal a su mejor amigo, de gran carácter. Su curiosidad le conduce a ser protagonista de uno de los episodios más importantes de la mitología griega.

Por eso los alumnos que sobreviven -como pueden- a una excursión colegial como la de hoy son un poco Aquiles y un mucho Ulises. Esta mañana acompañaba a los tres grupos de 1º ESO a un museo. Preparar una visita escolar es como intentar penetrar en las murallas de Troya, pero sin caballo de madera; armarse con la astucia de Ulises para capear el temporal y rogar a la diosa Atenea que envíe grandes dosis de sabiduría y paciencia. Y, a ser posible, que el tiempo pase rápido.

El alumno que es como Aquiles y Ulises es un raro especimen al que le gusta aprender cosas nuevas y se siente atraído y contento por ir a visitar un museo; en este caso, además, uno que suele ser especialmente didáctico, muy experimental y cercano a los jóvenes. Este aguerrido alumno incluso pregunta tímidamente -no se vaya a notar que le interesa la cosa- y se acerca a tí para pedir información sobre una u otra cosa que no conoce y por la que ha sentido curiosidad.

Y este es el problema: que, como ya he dicho por aquí otras veces, la curiosidad es el motor. Yo no la veo por ninguna parte, sólo en mi alumno Aquiles, porque el resto no sabía que en un museo no se comen chucherías, patatas ni gusanitos, que las gorras no se llevan en sitios cerrados, que hay que obedecer al profesor, que no se corre ni chilla para no molestar a los otros visitantes, que no hay que tumbarse en el suelo cubriéndose con los abrigos, que en un autobús es mejor tener el cinturón puesto -por lo que pudiera pasar,...

Claro que yo lo entiendo: no es tarea de los padres educar a sus hijos, enseñarles otras cosas, curtirles en nociones básicas de cultura, proponerles el respeto como un valor que te hace mejor persona y cosas así. La tarea corresponde al colegio, que esto lo tiene muy claro mi vecina: "yo llevo a mis hijos a la escuela para que lo eduquen, que para eso están los profesores".

¿Y para qué me ha servido esta excursión? Además de para llevarme seis malas horas pensando que estos serán los adultos que llevarán España sobre sus espaldas, para decidir llevar a mi hija a ese museo. Porque yo quiero que sea un Aquiles y un Ulises, que aprenda, que respete a sus mayores, que sea honrada ciudadana, que demuestre que tiene curiosidad por el mundo que la rodea y no va a dejar pasar la vida de puntillas. Porque mi hija es mi tarea, no del colegio -o no sólo del colegio- y ella y lo que muestre es mi reflejo.

Ojalá nunca un profesor pueda pensar de mi hija que estar junto a ella es desear que pasen las horas lo más rápido posible.

miércoles, 3 de marzo de 2010

La fiesta de los toros.


Corría el año 1600 a.C. El palacio de Cnossos, en la isla de Creta, asistía a un tremendo espectáculo: el salto del toro. Jóvenes malabaristas -hombres y mujeres- se juegan la vida ante el público mientras hacen quiebros ante el temible animal; le saltan en tres momentos mientras que otros, en trío, sorprenden al público con sus acrobacias frente al toro. En algún punto no muy lejano, el artista toma unas breves notas sobre un óstrakon de arcilla; después nacerá el mosaico protagonista.

Corre el año 2010 d.C. Parlamento de Cataluña, en España; sus honorables señorías llaman a debatir una cuestión crucial para el panorama político regional y nacional -español-: la permanencia o no legal de las corridas de toros en ese punto de la península ibérica. Personajes conocidos del mundo del toro presentan antes sus sesudas señorías los pros de su profesión, mientras que otra persona documenta a los padres de la patria catalanes sobre el daño físico que ejercen los instrumentos de la lidia sobre el toro.

Y yo, mientras, me planto ante uno de mis libros favoritos de arte griego y me pregunto cómo es posible que no haya llegado ya, inmediatamente, sin pérdida de tiempo, una orden ministerial que me prohiba tajantemente explicar el próximo curso a mis alumnos de 1º ESO atrocidades semejantes: ya hace 3600 años en Europa el toro de lidia era protagonista de la cultura continental. ¿Cómo no ha habido ningún ministro, por favor, que haya impedido, a estas alturas de curso, que los inocentes infantes de 12 años vean semejante atrocidad marcada en un un mosaico minoico?

Menos mal que sus señorías han empezado a darse cuenta de que en estos momentos España lo que necesita es un debate sobre la legalidad o no de la lidia en Cataluña. Hoy podré dormir tranquila.

No importa que tengamos cuatro millones de parados. No importa que España se quede a un lado en el panorama político de la UE. No importa que el peso del euro peligre por la crisis económica que atraviesa la nación -y eso que hace unos años otro sesudo político, ahora presidente del gobierno, decía que opinar esto era ser casi un traidor a la patria. No importa que haya niños que no puedan estudiar y sean convertidos en esclavos y soldados. O que haya millones de pequeños contagiados de SIDA por el mundo. O que cientos de parejas estén deseando adoptar uno y se queden en lista de espera años y años. O que haya niñas forzadas a casarse y madres tempranas. O que millones de mujeres sean víctimas de mutilación genital. O que apenas un 40% de las mujeres musulmanas tengan acceso a una mínima cultura.

Por favor. Claro que no importa todo esto. Lo importante, sin duda, lo fundamental para avanzar política, económica y moralmente en Cataluña, España, es si la lidia se puede permitir o no. Olé con sus señorías.


Y, por favor, no os perdáis esta estupenda entrada de Joselu en su blog Profesor en la Secundaria sobre el panorama actual de nuestros jóvenes o esta otra de Juan Antonio en su blog Ah de la vida sobre lo que ha ocurrido a un profesor.

Pero vamos, que no importa tampoco.


martes, 2 de marzo de 2010

Espera.

Le dijeron que ella tardaría en llegar; incluso pudiera ser que nunca acudiera.

- No importa -contestó-. Lo importante es que yo sigo esperando.


lunes, 1 de marzo de 2010

Don Pedro.

En el autobús a Madrid hoy iba Pedro; o Donpedro, sin más. Uno de mis profesores de la extinta EGB.

Él era un profesor de la vieja escuela, de esos que obligaba a aprender un poema a la semana, hacer una redacción y un dictado al día y leer mucho para saber más. No sé si esto ahora es pedagógicamente correcto, pero lo cierto es que me enseñó que leyendo se aprende y además, se viaja, y que el trabajo honrado con gusto tiene mejor sabor en la conciencia. Creo, sin duda, que se marchó de la docencia a tiempo, pues la suya era una raza de trabajo sin esperar más recompensa que lo bien hecho. Aprendí mucha Lengua y más Literatura -porque Donpedro era y es un poeta-, pero estoy segura: me enseñó mucho más, algo que no se aprende más que prestando mucha atención.

Aprendí que la curiosidad mueve al mundo. El gusto por la conciencia tranquila. Y la satisfacción de haber cumplido con la responsabilidad encomendada.