miércoles, 30 de enero de 2013

Anatomía de la Historia y yo (4)

La revista digital Anatomía de la Historia publica hoy un nuevo artículo mío, esta vez dentro de la serie dedicada a gazapos reales de mis alumnos de Secundaria. En esta ocasión, mis adolescentes hablan de la Edad Media. Pincha aquí para poder leerlo.

Agradezco de nuevo a su editor, José Luis Ibáñez, su amabilidad.

 

lunes, 28 de enero de 2013

Profesores, lacra social.

Se masca la tensión en el ambiente. El barullo es una espesa niebla que pende sobre todas nuestras cabezas, más allá de la línea de cajas, entre lastimeras peticiones de chocolatinas por parte de infantes y parloteo variado de ellas, niñas pequeñas peinadas con trenzas y horquillas de purpurina. Hoy es día de faldas, paseo y botas de agua. No hay colegio. Es fiesta.

Empujo el carro de la compra: una lista rápida hecha con ayuda de Él en la mitad de este breve puente que quise -ingenua- ser dedicado a la lectura y el estudio, y se convirtió en correos de respuesta a padres y madres agobiados -ellos, no los niños- por deberes y exámenes. Y es que ni en festivos dejan olvidarse del trabajo. Cruzo los dedos para que no me toque en la caja a mi vecina, esta de ahí a la izquierda, con la que sólo cruzo saludos, no por nada, sino porque no hay más que decir...

Pero no, vuelvo, que me voy y cruzo los temas. Hay tensión, decía, sí, mucha: porque hoy es fiesta y los niños no han tenido colegio. Y no hay nada que moleste más a un padre que las cosas no sean como deben ser: lunes, los niños al colegio, los profesores, a su sitio. Miro de reojo y espero, porque lo sé: alguien lo dirá. Y es que hay demasiado menor de edad entre los yogures y las chocolatinas. Y los padres no tienen tanta paciencia, no, que los hijos son suyos, pero mejor en las aulas, no sea que molesten. 

- Cuántos niños hay hoy aquí -comenta la cajera, otra, no mi vecina, mientras me debato entre colocar primero en la bolsa los espaguettis o los botes de tomate frito. La miro de reojo, no sea que me conozca, o la conozca, o sea una madre de incógnito que quiere una tutoría rápida entre la bolsa de los jamoncitos de pollo congelados y los yogures de sabores. 

- Hoy es fiesta -vamos al grano, no perdamos tiempo. 

Un abrigo de pieles falso que cubre a una clienta, detrás de mí, corrobora lo que dice el calendario: hoy es Santo Tomás de Aquino, patrón de estudiantes, y no se va al colegio, que hay que celebrar mentes pensantes antes de las nuestras. 

- Con esos tres meses de vacaciones que tienen los profesores y su sueldo... -suspira la amable señorita de la caja, clin, clin, tomate frito, clin, clin, jamoncitos de pollo.

Vuelvo a mirar de reojo. Seguro que me ha reconodido. Mea culpa, soy profesora, mea culpa, golpe de pecho, clin, clin. Y no puedo, no puedo. Me prometí que no me dejaría afectar, que planearía sobre la balsa de aceite de los comentarios de los demás, que sólo me centraría en que hoy recogería mis gafas nuevas -miopía, astigmatismo-, que mantendría mi casa recogida y acompañaría este lunes de fiesta a Niña Pequeña.

- Señora, si yo cobrara lo que un notario, seguro que no estaría ahora justificando mi trabajo -respondo, clin, clin, patatas. Me mira, me he descubierto, aquí estoy-. La envidia, mire, se arregla estudiando.

Profesores, lacra social de este país en crisis. Mea culpa, sí: soy profesora. Mal va una sociedad que no sabe apoyar a los que intentan salpicar con cultura a pequeños y adolescentes. Clin. Clin.

 

domingo, 27 de enero de 2013

Un gesto revolucionario en la cocina es...

En la balda superior de mi frigorífico hay ahora tres tuppers de embutido.

- ¿Desde cuándo compras embutido, Negre? -pregunta Él, extrañado y encantado, mientras se prepara un sándwich de mortadela de aceitunas. 

- Es para las meriendas de Niña Pequeña -contesto, consciente de que la mortadela esa, de aceitunas, no es mortadela ni aceitunas y mi amiga Clara no la compraría nunca, tan amante del tofu y la cultura vegetariana...

Pero los tuppers de embutidos -verde y blanco, naranja y blanco, azul y blanco-, los tres -tres tuppers, tres- son más que merienda empotrada de cinco de la tarde. Son una reivindicación silenciosa que nunca admitiré en público, porque no hay público, lo sé, que pueda empatizar y ponerse en mi lugar. 

- Mamá -llamaba yo por la tarde, entre deberes de Matemáticas y de Lengua.

-... -y es que mi madre nunca hablaba.

- Mamá, ¿por qué tú nunca compras embutido para la merienda?

- Porque en esta casa os lo coméis todo y estoy harta de que se acabe -respondía ella, sin levantar la vista del periódico o de la pantalla. 

Semejante razón de peso era irrebatible con la labia de mi adolescencia: el porque-sí materno imbatible, acompañado de un porque-lo-digo-yo que me juré jamás repetir, usando a mi madre como el ejemplo que nunca seguiría. 

- Niña Pequeña, hoy tienes de merienda, después del zumo de naranja, bocadillo de chorizo -le digo, mientras ve su serie de dibujos favorita. 

- Gracias, mamá -contesta ella, entre sorbo y sorbo.

 Palabras que jamás oiría aquella, mi madre. Lástima.

 

lunes, 21 de enero de 2013

Manta de algodón y tinta para dormir.

El placer de leer... Pensar en el siguiente libro cuando aún no has terminado el que tienes entre manos. Decidir que ahora mismo ya no estás más que entre líneas, pese a quien pese. Saber que no podrás dormir a menos que te hayas deslizado entre mantas y tinta. Y ralentizar la lectura para que el libro dure más...


 

domingo, 13 de enero de 2013

Un té con tiempo, por favor.

Buscaba un sitio donde poder limpiar a fondo el Negrevercarruaje

- Allí, cerca de tu casa, al fondo del todo, hay un taller donde lo hacen muy bien, aunque tardan un poco -dijo ella, desde el asiento delantero del copiloto.

- Sí que tardan, sí -apostilló él, sentado a mi lado.

- ¿Cuánto es "tardan"? -preguntó ella, un asiento por delante.

- Un cafelito -dijo él.

Un cafelito. Un café como medida de tiempo. ¿Pero qué clase de café? ¿Será el mismo tiempo un café con leche? ¿Y un expresso? Un solo debe ser poco, muy poco, apenas un suspiro, quizá el equivalente a echar gasolina. Un capuccino, con su canela o chocolate por encima, tal vez sea lo mismo que hacer el equilibrado de ruedas. Yo tomo -pocas veces- un descafeinado; un café así, sin chicha ni limoná, será reponer un limpiaparabrisas, colocar el retrovisor, revisar los faros.

Y yo tomó té. Infusiones. Hierbas que colorean agua caliente para este tiempo frío.

- ¿Cuánto tiempo es un té? -preguntaría.

- Depende de la conversación -respondería alguien.

 

martes, 8 de enero de 2013

domingo, 6 de enero de 2013

Anatomía de la Historia y yo (3)

La revista Anatomía de la Historia publica hoy un nuevo texto mío; esta vez, sobre la historia de los Reyes Magos. Si queréis saber su verdadera historia, pinchad aquí.


 

sábado, 5 de enero de 2013

Todo listo: Día y Noche de Reyes.

Todo preparado. Bueno, casi todo, que nos falta lo de poner el zapato y el pequeño tentempié para Sus Majestades. Pero el resto, sí, el resto ya está: el roscón -relleno de nata y trufa, que no sabía yo qué les gustaba más a Él y a Niña Pequeña y he tomado una decisión salomónica en medio de la cola de la panadería-, la hora de la cabalgata anotada en el calendario de la cocina, las luces del árbol revisadas para la noche y las ramitas del Belén retocadas (que a estas alturas ya empiezan a fallar los detalles naturales por falta de espacio, agua, luz o qué sé yo). Incluso hay una nueva versión de las cartas de petición para esta noche, hechas por Niña Pequeña, con portada incluída y dibujos temáticos. Y el aviso este de última hora, porque el reloj va bien lento hoy: 

- Mamá, hoy no te quedes hasta tarde leyendo, que vienen los Reyes Magos, y si te ven despierta...