Llovía cuando salí el otro día -hace algunos, puede ser cualquiera. Cuando llueve y los que me rodean no tienen paraguas suben los hombros, fruncen el ceño, meten la barbilla y corren sin mover las rodillas, como si de esa manera pudiesen sortear las gotas o estas les pudieran eludir evocando no sé qué sortilegio...
Llovía y eran gotas agudas que se escurrían en los charcos; no los formaban, porque ya estaban allí, esperándolas. O tal vez era siempre la misma gota, multiplicada, única en realidad, saltando de uno a otro...
¿Llovía y quizá por eso hoy mi garganta es un acerico? Hacía tiempo que no me resfriaba...
¿Aun yendo con paraguas? Creo que te hace falta una buena bufanda...
ResponderEliminar¡Huy, si tengo una enorme y cálida! Pero de la mojadura no me he librado, a pesar de...
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