La Nochebuena y la Navidad tienen a mi alrededor un envoltorio de luces de árbol y el olor del cesto de mimbre lleno de polvorones y mantecados; el brillo metalizado de la bandeja de dulces y almendras de mi vecina, el confeti dorado sobre la mesa y el azúcar cristalizado de las frutas glaseadas. Me suenan estos días a comidas familiares desempolvadas -con su punto de obligatoriamente felices- y peces en el río.
Queridos amigos, si es cierto que han sido felices estos días -por el motivo que sea-, les deseo que esa sensación se mantenga y exteriorice unas horas más.
Queridos amigos, si es cierto que han sido felices estos días -por el motivo que sea-, les deseo que esa sensación se mantenga y exteriorice unas horas más.
Anoche llevé a mi hijo, por primera vez, a la Misa del Gallo. Nunca antes lo había llevado, porque no aguantaba despierto hasta esas horas.
ResponderEliminarCuando lo ví aguantar como un jabato, con los ojos brillantes, escuchando los villancicos del coro y besando el pie al Niño Jesús, fui feliz.
Al leer esta entrada me he acordado de todo eso, y sí, me va a durar unas horitas más.
Feliz Navidad.
Me alegro mucho, Perikiyo.
ResponderEliminarYo llevé a Niña Pequeña a la parroquia el día de Navidad, para que diera ese beso al Niño y viera el Nacimiento. Por su edad, de momento, no podemos más.
Un abrazo.