martes, 8 de septiembre de 2009

Tú habla, que yo te escucho.

  • ¡¡Maarijóoossse, Maarijóoossse!!
  • Ya sabes que en Ibiza las cosas son por casualidad.
  • ¡¡Maarijóoossse, Maarijóoossse!!
  • Ays, tía, que me voy veinte días a Tailandia con mi novio.
  • ¡¡Maarijóoossse, Maarijóoossse!!
  • Sí, el director, un tipo genial, pero eso de estar en caja, muy pesado, ¿sabes?
  • ¡¡Maarijóoossse, Maarijóoossse!! Nada, que no me oye...
  • ¿No te ha dicho Ruso que nos veremos en Inglaterra? Sí, es que me voy veinte días a Tailandia con mi novio.
  • ¡¡Maarijóoossse, Maarijóoossse!! ¿Me oyes?
  • Nada, nada, ya hablaremos entonces cuando puedas. O ya te llamo yo antes del día 20.
  • ¡¡Maarijóoossse, Maarijóoossse!! Nada, ¿eh? ¡¡Oye!! ¡¡Que cuelgo!!
No tengo ni idea de quién es la tal Marijose, pero por los aspavientos que hacía la señora y los golpecitos que daba al cristal para llamar la atención a la amiga que le había ido a despedir, el que no la oyera al otro lado del teléfono debía de ser un asunto grave. La que se iba a Tailandia, mira qué bien, pero por lo que nos hemos enterado, prefería estar en mesa dando préstamos -vaya, le tenía que haber preguntado en qué caja o banco trabajaba- antes que en caja, que como ella decía, al final no te cuadra nada -pues como la vida misma: ni a mi en fin de mes...

Y esto me molesta, claro, porque yo esta tarde en el tren lo que quería era evadirme con el libro que me traigo entre manos, que a ver si lo acabo de una vez, que no me da tiempo, pensar sobre eso de la incertidumbre que yo decía ayer -y es que todavía no tengo algunas cosas claras- y llegar a casa para remolonear, de paso, en el sillón, mando de la tele en mano...

Pero qué le vamos a hacer: la gente se empeña en contar su vida al aire, móvil al ristre, sin duda deseosos, a voz en grito, de hacer a los demás partícipes de su bondad al querer dar préstamos, indicarnos que tiene una amiga con mala cobertura en su casa y darnos envidia porque tú vas al curro, pero yo me voy de viaje. Y a Tailandia, nada menos...

2 comentarios:

  1. Hombre, por favor, eso debería estar castigado con pena de carcel, jijiji. Mire que poner los dientes largos de esa manera a la gente según se enfrentan al fin de las vacaciones para ellos! No hay derecho. Que crueldad tan refinada!

    Buenas noches, madame

    Bisous

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  2. Madame,

    qué tortura ser consciente de que hay otras personas que ahora disfrutan de sus vacaciones (por ejemplo, mi marido).

    Y encima, no me dejaron leer el libro con estas conversaciones...

    Que descanse.

    ResponderEliminar

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