Hoy entré en un portal que olía a iglesia antigua de piedra, a ermita oscura con un Cristo perdido y vela blanca titilante. A banco de madera clara usado por las rodillas, limpiado con bayeta húmeda. Era la barandilla de las largas escaleras como el tacto silencioso del confesionario medio vacío, su única luz clara, la lamparilla blanca que acompaña el ábside viejo.
Un portal un poco lúgubre, como las iglesias antiguas.
ResponderEliminarSaludos.
Que precioso, madame!
ResponderEliminarQue hermosa sensacion entrar en un lugar así, con sabor a piedra antigua. Un gran hallazgo en unos tiempos en los que todo se vuelve plastico y esta fabricado en serie.
Feliz comienzo de semana
Bisous
Kassiopea,
ResponderEliminarme traía más bien a mi sensación de tranquilidad. Será porque no la tengo habitualmente...
Un abrazo.
Madame,
ResponderEliminarel edificio en cuestión es más o menos antiguo, pero su entorno hunde sus raíces en el mundo romano.
Feliz noche.