sábado, 21 de agosto de 2010

Crónicas marinas (5): El castillo de arena.

Construir un castillo en la arena de la playa es todo un ritual; requiere estrategia y organización -casi tanta como encontrar un lugar donde plantar la sombrilla, dejar los aperos, extender la toalla y hacer tuyos unos centímetros de arena y sal. No vale cualquier lugar, como bien decía hoy el padre-vecino-de-playa:

- Aquí, aquí, que es liso: haced vuestro castillo.

Además de la necesidad de un lugar llano -mal, me digo: los castillos se construyen en lo alto, por aquello de defender el territorio-, el castillo playero puede estar o no cerca de la orilla. La madre y tía-vecinas-de-playa se lo señalaban esta mañana a sus cachorros:

- Huyyy, hala, que se inunda el castillo, tan cerca de la orilla -solucionado rápidamente por los niños, que han terminado la destrucción de la olas pala en mano.

El castillo de la playa puede tener diversas formas: tipo cubo-pastel, con torrecillas -según el mismo cubo de antes-, redondo, alineación de atalayas unidas por muro de arena o agujero con paredes y salida al mar. La elección corre a cargo del niño y su padre, como indicaba el vecino-de-playa-de-atrás:

- No, no: el castillo lo haces tú, yo sólo soy el supervisor de obra -es decir: la construcción en cuestión requiere de una cuadrilla de obreros bajo la eficaz dirección de uno más hábil.

Y las defensas básicas del castillo deben ser reforzadas rápidamente una vez culminada la obra, detalle del que se ha dado cuenta enseguida Niña Pequeña, de forma que, cubo en mano:

- Voy a ir a la orilla yo sola a por conchas para poner en el castillo -dice, remarcando muy seria ese yo sola. Y es que la creatividad última del artista tiene algo de soledad...


2 comentarios:

  1. Ah, pues muy buena la idea de decorarlo con conchas marinas. Sí que refleja creatividad. Seguro que le quedó precioso.

    Madame, creo que mañana estará lista su entrada sobre Leonor :)

    Buenas noches

    Bisous

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  2. Madame,
    una obra de arte, y no lo digo porque yo sea su madre.

    Le agradezco su detalle de preparar la entrada sobre la gran Leonor. No faltaré a la cita, aunque tal vez llegue como Cenicienta.

    Feliz tarde marinera.

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