Caminar bajo la nieve tiene algo de evangélico, casi, un síesnoes inspiradoramente neotestamentario...
Caminar hoy bajo la nieve era ir siguiendo las pisadas de otros, para evitar caer. Era fijarse en las huellas de los que me habían precedido en mi camino desde el autobús a mi casa, personas anónimas, invisibles, ausentes o incorpóreas, pero que dejaron las huellas de sus pasos en la nieve para que yo pudiera caminar son tropiezos hasta donde me esperaba mi familia.
Caminar hoy bajo la nieve era fijarse en el hielo, donde las huellas, en su momento de crisis, no estaban, desaparecían, pulían una y otra vez la dificultad de cualquier caminante.
La niebla no permitía ver casi ni la acera que me esparaba al otro lado de la calle, pero allí estaban restos blancos y silenciosos de otros que, evangélicamente, me dejaban el testimonio de su pisar y andar por donde yo, más tarde, cogería su testigo...
Caminar hoy bajo la nieve era ir siguiendo las pisadas de otros, para evitar caer. Era fijarse en las huellas de los que me habían precedido en mi camino desde el autobús a mi casa, personas anónimas, invisibles, ausentes o incorpóreas, pero que dejaron las huellas de sus pasos en la nieve para que yo pudiera caminar son tropiezos hasta donde me esperaba mi familia.
Caminar hoy bajo la nieve era fijarse en el hielo, donde las huellas, en su momento de crisis, no estaban, desaparecían, pulían una y otra vez la dificultad de cualquier caminante.
La niebla no permitía ver casi ni la acera que me esparaba al otro lado de la calle, pero allí estaban restos blancos y silenciosos de otros que, evangélicamente, me dejaban el testimonio de su pisar y andar por donde yo, más tarde, cogería su testigo...
Nunca habría visto la nieve bajo este aspecto. Un camino duro... Besitos.
ResponderEliminarQuerida Isabel,
ResponderEliminarestos días la nieve es la protagonista en el colegio y en cada uno de mis pasos hacia casa.
Besos.