Mi hija, que sueña últimamente con ser una princesa -más concretamente, Cenicienta-, nos sorprendía en casa con su pequeño lenguaje inventado. El frío arreciaba, pero con la intención -sana- de cansarla lo suficiente como para que duerma algo mejor, hemos decidido salir a dar una rápida vuelta, patinete en mano, por el barrio. Indicándole que la Reina de las Nieves va bien abrigada y una princesa como ella, de tan tremenda categoría, no podía ser menos, hemos conseguido embutirla en guantes y bufanda. Eso sí, a la hora de colocarse el gorro, ha dejado bien clara su elección:
- El gorro con ventana no. No me gusta.
Es decir, que no intentemos ponerle nunca más un pasamontañas...- El gorro con ventana no. No me gusta.
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