A veces les digo a mis alumnos que su trabajo es estudiar. Quisiera traer aquí la cara de estupefacción, primero, las miraditas, después, y al final la carcajada incipiente que este comentario supone para ellos. La noticia de que su tarea principal es estudiar cae como una bomba repentina sobre pupitres y sillas, se desliza entre mochilas, rebota en las paredes y hasta patina por las baldosas del suelo...
Estudiar es un trabajo.
Y además, un trabajo que no es fácil.
A veces, también, algunas familias que vienen a hablar conmigo para informarse de cómo van sus hijos me dicen que, en el fondo, no entienden el suspenso del pequeño -porque los padres de los que aprueban no suelen venir-, ya que mi asignatura es de eso: estudiar. Eso dicen. A veces me gustaría contestarles que si sólo fuera de estudiar, colgaría los apuntes por la red y les convocaría a un examen sin más. ¿Para qué voy a estar recordando que eso, estudiar mi asignatura -como dicen ellos- es también relacionarse con otros, aprender a ser cívicos, descubrir poco a poco la dura tarea de hacerse adultos, comprender lo que me dicen, lo que quiero decir, lo que digo, lo que leo, lo que escribo? Todavía, a estas alturas, no comprendo muy bien porqué tengo que dar explicaciones de algo tan obvio...
Pero resulta que estudiar, además, es una tarea complicada, que requiere su tiempo, su espacio, sus materiales, su predisposición y hasta su propia luz. Por eso estudiar es difícil. Así que el suspenso se explica porque alguno de estos condicionantes anteriores no se ha dado... en algún momento antes de llegar a los pupitres que son bombardeados por la tremenda noticia de que la tarea de un alumno es estudiar.
Y es una tarea que exige dedicación casi total, jornada prácticamente completa. Un trabajo que supone concentración, esfuerzo diario, dedicación, paciencia y confianza tanto en uno mismo como en los que te rodean -si es que a los que te rodean les importa tu trabajo- y en los profesores -pero esto de confiar en el profesor ya es otra historia, no vayamos a pasarnos...
Por eso, porque es un trabajo difícil, es necesario que la gente de alrededor lo comprenda, lo apoye, lo valore, lo aprecie, lo facilite de palabra, obra y pensamiento. La gente de alrededor tiene que darse cuenta de que es importante colaborar con el profesor, con el alumno, con el colegio y con el alumno que escucha, sorprendido que, aunque no reciba dinero por su tarea, su sueldo es la ayuda y el aprecio recibido en cada minuto dedicado a la tarea que le compete.
Todo esto viene, en fin, a que esta tarde se reúnen las familias con los tutores en mi colegio.
Y a que mi marido, que está intentando retomar los estudios después de 33 años sin hacerlo, con lo que la dificultad de un trabajo difícil se hace más dura, hoy está desanimado porque todavía tiene una asignatura pendiente para lograr su propósito, que es, precisamente, estudiar más y mejor. Estudiar, Emilio, es tan difícil que lo que has conseguido hasta ahora con mucho esfuerzo, dedicación, robando horas a tu tiempo libre y enrabietándote porque hay cosas que son más fáciles aprender con una mente joven, todo eso, merece doblemente la pena.
Más reflexiones, tal vez que tienen que ver con el colegio.
Bravo por el, madame. Hay que tener mucha fuerza y coraje para abordar una tarea como esa despues de haber perdido el habito del estudio durante tantos años. El hecho de que solo tenga una asignatura pendiente para lograr su proposito deberia ser mas bien motivo de celebracion.
ResponderEliminarBuenas noches, madame
Bisous
Madame,
ResponderEliminarmi tarea ahora es animarle. La dificultad es clara, pero hay mucho ya andado.
Feliz tarde.
Yo retomé los estudios después de 47 años y doy fe de que no es imposible, aunque consiga mis propósitos con 90 años. Las neuronas patinan quizá un poco más pero hay más plomo en las alas. Ánimo chicos que lo conseguiréis. Besos.Maria Dolores
ResponderEliminarEspero que por fin en diciembre tengamos la respuesta definitiva y se meta de lleno en lo que quiere estudiar. Besos.
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