En mi casa somos grandes lectores; realmente, yo tengo más variedad de lecturas que mi marido, que se quedó vagando en la tierra de Mordor hace tiempo y siempre está volando entre alas de dragón o paseando por bosques de elfos. Mi porción de estanterías de salón acumulan libros de lo mío, de Historia, claro, Arte, literatura varia, el teatro que mi padre me enseñó a reverenciar, la filosofía que me trae de cabeza o las disquisiciones teológicas a las que de vez en cuando acudo. Por ejemplo.
Pero, siguiendo el comentario de mi amiga María, los libros en mi casa están para verse y tocarse, ojear y hojear, cambiar, descolocar, mover, apilar, casi saborear. También los pequeños cuentos e incipientes lecturas de mi hija Rut. Y a ella le gusta, parece -de momento, afortunadamente-, coger de lo suyo, hacerlo rodar por la alfombra, abrir y cerrar y pasearse con sus cuentos como hace mamá.
Por eso anoche sonreía para mí al ver que copiaba uno de mis momentos favoritos: leer en la cama. Tumbada yo en una cercana a la suya, me disponía a leer lo que ahora me tengo entre manos y veía cómo ella se ponía de puntillas para alcanzar un cuento, colocaba el cojín que usa de almohada y se explicaba en voz tenue su lectura... Tal vez, espero, sea el inicio de las discusiones que yo me traía con mi padre por las noches, cuando él me decía, en medio de la madrugada, que apagara la luz y yo me metía entre las sábanas para seguir con mi historia...
Pero, siguiendo el comentario de mi amiga María, los libros en mi casa están para verse y tocarse, ojear y hojear, cambiar, descolocar, mover, apilar, casi saborear. También los pequeños cuentos e incipientes lecturas de mi hija Rut. Y a ella le gusta, parece -de momento, afortunadamente-, coger de lo suyo, hacerlo rodar por la alfombra, abrir y cerrar y pasearse con sus cuentos como hace mamá.
Por eso anoche sonreía para mí al ver que copiaba uno de mis momentos favoritos: leer en la cama. Tumbada yo en una cercana a la suya, me disponía a leer lo que ahora me tengo entre manos y veía cómo ella se ponía de puntillas para alcanzar un cuento, colocaba el cojín que usa de almohada y se explicaba en voz tenue su lectura... Tal vez, espero, sea el inicio de las discusiones que yo me traía con mi padre por las noches, cuando él me decía, en medio de la madrugada, que apagara la luz y yo me metía entre las sábanas para seguir con mi historia...
Estoy seguro de que seguirá adelante con esa sana costumbre. Si los cimientos son fuertes, el edificio no se cae. Creo que los cimientos que estás construyendo en Rut son los adecuados.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Perikiyo.
ResponderEliminarMuchas gracias, en esto estamos, como tú con tus peques.
Feliz noche de domingo. Saludos.
A mi tambien me encanta, madame, y es un habito adquirido en la infancia al que no sabria renunciar. Uno de esos pequeños o grandes placeres del dia.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
Madame,
ResponderEliminarel leer en la cama es como reposar el día y cerrar suavemente la puerta.
Feliz noche de domingo.
mi 1 libro fue que yo recuerde......
ResponderEliminaroliver twist en tapa dura en 1991 regalado por una tia mia
aun cuando lo abro y lo huelo huele a lo mismo que el 1 dia que lo abri...
y me lleva a tiempos pasados
y desde ese momento no lo e dejado aunque ahora este bastante abandonado
diana
Diana,
ResponderEliminaresto es lo bueno de los libros: que nos transportan a su aventura de dentro, pero también tienen una externa con los que soñamos.
A mi me pasa eso con El mago de Oz.ç
Un abrazo.