Efectivamente, yo a mi hija no la he entendido mucho desde que nació, sólo lo básico: el llanto al querer comer, el llanto al querer dormir, el llanto al desear ardientemente su chupete, el llanto porque en medio de la noche no encuentra su muñeco favorito, el llanto de que le duele noséqué,... Además, fue un bebé de esos que nadie cuenta pero seguro alguien tuvo, de los de dormir muy poco y llorar mucho. Y yo no encontré ningún pan bajo el brazo...
Yo buscaba, más bien, un poco de tiempo. Porque eso sí que lo eché en falta. Pero esto nadie te lo cuenta cuando decides que te metes en el lío y tienes un hijo. Y esto me molesta: ¿tanto cuesta decir la verdad, oiga?
Admitamoslo.
Por encima de las excelencias de ser madre, las ventajas, los dones recibidos, lo maravilloso de la maternidad, eso de "ya te has realizado como mujer" y otros comentarios más o menos desafortunados que escuché en medio de mi embarazo, nadie, nadie, decía que el mejor regalo que podrías recibir iba a ser un buen tapper de macarrones (porque ya no te da tiempo a cocinar aquellas cositas). Mi amiga Maricarmen, eso sí, me aconsejó dejar mucha comida congelada -pero es que ella es de las pocas que cuentas las cosas por su nombre...
Yo sé que me leen madres. Madres ya muy experimentadas, algunas, otras algo menos -todavía con la L de prácticas puesta, como yo. No sé qué pensarán. Pero es que el tiempo de los bebés y de los niños pequeños no es el nuestro. Como le decía hoy a mi amiga María, llegué a la sana conclusión mental de que mi tiempo libre era el que Rut me dejaba del suyo; y que el truco estaba en rentabilizarlo, sacar provecho, exprimirlo al máximo...
Mi amiga Eva dice que a las 23:00 empieza la hora de las madres...
La sensación que tienes la tenemos todas las madres, pero te aseguro que con el tiempo vas encontrando TUS MOMENTOS y tu espacio privado que luego, ironías de la vida, intentarás compartir con ellos.
ResponderEliminarBesos si eres tan buena madre como profesora tiene que ser maravillo.
Dicen que la libertad de uno comienza donde acaba la de los demás. La libertad de las madres -y de los padres, al menos en mi caso- empieza cuando los hijos pierden la suya, esclavos del sueño.
ResponderEliminarUna vez que les hemos bañado, dado de cenar y acostado, tenemos un ratito para nosotros. Pero sólo un ratito, que luego hay que madrugar. El resto del tiempo lo tenemos hipotecado.
Lo malo es que, de esto, nos hemos ído enterando sobre la marcha, pues, como bien dices, nadie avisa de esas cosas, qué le vamos a hacer, los peques no vienen con libro de instrucciones.
Un saludo empático.
Anónimo, gracias. Recuérdame tu dirección para mandarte el jamoncito de Jabugo ;-)
ResponderEliminarPerikiyo, cierto: el libro de instrucciones se queda en el hospital. Totalmente de acuerdo contigo: el tiempo, el de cuando ya están durmiendo (y cruzando los dedos los demás para que no se despierten). Saludos.
Mis hijas son como 2 lapas, a veces no tengo ese rato cuando se van a dormir, mama por aqui mama por allá, pero lo mas gracioso del tema es que cuando ellas no estan encima y estan entretenidas yo voy a ver que hacen, asi que entiendo el agobio de algunos momentos, aunque otros momentos son muy buenos y lo de entenderlas es muy complicado.
ResponderEliminarChamana,
ResponderEliminartus hijas son adolescentes, o preadolescentes, así que es normal que estén como pollitos buscando a su madre ;-) Pero un ratito para nosotras... no viene nada mal... Si están entretenidas, deja la puerta y disfruta de tu momento...
Saludos!!