Me gusta Harry Potter, lo admito. No tengo vergüenza en decirlo y además afirmo con rotundidad que he visto las películas -que me han gustado menos, cierto...
Comentaba la semana pasada que Harry Potter, si estuviera en mi colegio o en cualquier otro, sería un niño asimilado al sistema de asistentes sociales, adaptaciones curriculares, apoyos, intervenciones psicológicas y algún médico psiquiatra. Sus tíos le maltratan, su primo le hace la vida imposible, lee periódicos con imágenes que se mueven, entra en las columnas de una estación para llegar a una vía invisible, vuela en una escoba y no conoce más sistema de Correos que las lechuzas... Y, por cierto, pasa de un curso a otro de casualidad, sin estudiar y en una ocasión, además, con el curso anulado por una competición cuasideportiva...
Una de las cosas que más me llama la atención de este personaje es que sufre estoicamente, con la esperanza puesta en los días contados que le quedan para refugiarse en su escuela de magia. Y, mientras, vive en casa de sus tíos en vacaciones en un armario bajo la escalera del recibidor...
Como me va a pasar a mí: hoy he ido al alergólogo -por fin, después de dos semanas de reacciones alérgicas. Diagnóstico a confirmar: fotodermatitis. Vamos, que la luz artificial daña mi principesca y delicada piel... Las pruebas específicas se realizarán en enero. Mientras tanto, ¿quién sabe?, quizá a la vuelta de mis vacaciones tenga que pedir dar mis clases online, vía blog -vale, bien- e intranets colegiales... Y vivir como Harry: bajo la escalera o en la balonera del cole.
Comentaba la semana pasada que Harry Potter, si estuviera en mi colegio o en cualquier otro, sería un niño asimilado al sistema de asistentes sociales, adaptaciones curriculares, apoyos, intervenciones psicológicas y algún médico psiquiatra. Sus tíos le maltratan, su primo le hace la vida imposible, lee periódicos con imágenes que se mueven, entra en las columnas de una estación para llegar a una vía invisible, vuela en una escoba y no conoce más sistema de Correos que las lechuzas... Y, por cierto, pasa de un curso a otro de casualidad, sin estudiar y en una ocasión, además, con el curso anulado por una competición cuasideportiva...
Una de las cosas que más me llama la atención de este personaje es que sufre estoicamente, con la esperanza puesta en los días contados que le quedan para refugiarse en su escuela de magia. Y, mientras, vive en casa de sus tíos en vacaciones en un armario bajo la escalera del recibidor...
Como me va a pasar a mí: hoy he ido al alergólogo -por fin, después de dos semanas de reacciones alérgicas. Diagnóstico a confirmar: fotodermatitis. Vamos, que la luz artificial daña mi principesca y delicada piel... Las pruebas específicas se realizarán en enero. Mientras tanto, ¿quién sabe?, quizá a la vuelta de mis vacaciones tenga que pedir dar mis clases online, vía blog -vale, bien- e intranets colegiales... Y vivir como Harry: bajo la escalera o en la balonera del cole.
si, creo q por esas mismas cosas, me he leido la historia y me he visto las pelis seguiditas y varias veces. otro simplemente se hirian aun rincon y pondrian ropa emo, jajaj
ResponderEliminarMenudo problema, madame. La presencia del dermatologo ha llegado a convertirse en algo normal en mi vida, pero al menos ese problema aun no lo tengo. Y toco madera, porque menuda racha llevo.
ResponderEliminarFelices fiestas a pesar de su fotodermatitis.
Bisous
Te estás vampirizando
ResponderEliminarGracias por sus saludables visitas, que en estos momentos vienen muy bien...
ResponderEliminar¿Habrá sido un recordatorio del cielo, ya que no he pillado ni un resfriado en tres meses?