Comienzo del tercer trimestre en el colegio. Lo inaugurábamos con los talleres del Día de Europa (este año, dedicado a España, por aquello de que los alumnos alemanes del intercambio con Hannover estaban entre nosotros) y el mío lo dedicaba a los símbolos nacionales. Elegido el tema a riesgo de que alguien me llamara de derechas -como si entre los alumnos haya alguno que sepa lo que es-, pero sin temor porque conozco bien la historia de mi familia hasta bien entrado el s. XVI... y consciente de que parece que nos da miedo decir que somos españoles.
Una de las pruebas del taller: poner letra a 57 segundos de himno español. Resultados, variopintos: desde los que, misteriosamente, introducían menciones a un dictador español muerto hace 35 años -alumnos de 15 que dudo sepan, al menos, el nombre de tal personaje-, otros que descubrían que el himno español, por nacimiento, no puede tener letra y alguno más que no sabía muy bien a qué música me refería. Jóvenes...
Pero un mensaje claro: este es el país de la tortilla de patata, el arroz en todas sus variedades -con preeminencia de la paella-, el turrón y la pandereta. Ignotos símbolos nacionales que he descubierto en la mentalidad absolutamente apolítica -y adormecida, inane y acomodada- de algunos de los jóvenes que han pasado la mañana por mi taller. Protagonistas de letras de himnos que en nada representan la Historia de un país -que es lo que tiene que reflejar la música nacional. Eso sí, no dudo que en el momento de mayor patriotismo nacional -cuando juega la selección-, alguno hinchará orgulloso el pecho tarareando aquello del chuntachunta.
Con lo cual, no me extraña, pues, leer lo que he leído en este artículo escrito por Arturo Pérez-Reverte -uno de mis escritores favoritos- en su columna dominical.
Una de las pruebas del taller: poner letra a 57 segundos de himno español. Resultados, variopintos: desde los que, misteriosamente, introducían menciones a un dictador español muerto hace 35 años -alumnos de 15 que dudo sepan, al menos, el nombre de tal personaje-, otros que descubrían que el himno español, por nacimiento, no puede tener letra y alguno más que no sabía muy bien a qué música me refería. Jóvenes...
Pero un mensaje claro: este es el país de la tortilla de patata, el arroz en todas sus variedades -con preeminencia de la paella-, el turrón y la pandereta. Ignotos símbolos nacionales que he descubierto en la mentalidad absolutamente apolítica -y adormecida, inane y acomodada- de algunos de los jóvenes que han pasado la mañana por mi taller. Protagonistas de letras de himnos que en nada representan la Historia de un país -que es lo que tiene que reflejar la música nacional. Eso sí, no dudo que en el momento de mayor patriotismo nacional -cuando juega la selección-, alguno hinchará orgulloso el pecho tarareando aquello del chuntachunta.
Con lo cual, no me extraña, pues, leer lo que he leído en este artículo escrito por Arturo Pérez-Reverte -uno de mis escritores favoritos- en su columna dominical.
Hola Montse /NEGREVERNIS.
ResponderEliminarVerás, me he acercado a tu casa, desde la de JOSELU, donde me ha llamado la atención tu final de comentario, así como echándonos un poco la bronca, con lo de "autocomplacencia"...No sé muy bien a lo que te refieres, aun cuando en el fondo, puede que un poco de razón tengas, que siempre es más cómodo justificarlo todo y tirar por el camino de la comodidad, en fin, no sé.
Pero si me tienes aquí, es porque también esta entrada tuya, me ha llamado la atención...¡¡¡Mira que hay tarados por el mundo de verdad, me refiero a la Sra esa del artículo de Reverte !!! (quien por cierto me parece valiente, aun cuando a veces, me temo que se excede y los excesos nunca fueron buenos) en fín, que me alegro que no tengas problema alguno en defender las señas de identidad de un país como España, en el que sobre todo en tu tierra, debe ser algo así como condenarse al ostracismo directamente. Mira, yo soy Leonesa, pero vivo en Galicia y el tema de los nacionalismos pueblerinos y revanchistas, me tienen más que harta. Este desquicie constante de todo, nos hace tan fanáticos y cortos de mentes, que a veces asusta. Me da igual, en el terreno de la discriminación por sexos, por culturas, por colores o por lo que sea. Sentido común, Sr., a veces sólo se trata de esos o ...¡¡¡¡TERMINAREMOS TODOS PONIÉNDOLES A NUESTROS COLEGIOS, NOMBRES TAN INSIGNES COMO "LA PANTERA ROSA" !!!!! ;-)
Un placer Montse.
Te dejo, un abrazo grande.
Hola, María.
ResponderEliminarBueno, a Joselu le gusta potenciar debates... Lo de "autocomplacencia" no era para regañar a nadie, es parte de mi opinión, no va con nombres y apellidos. Sobre el hilo allá debatido, hay más de fondo de experiencia personal que otra cosa.
Yo no tengo ningún problema en hablar de los símbolos nacionales; no vivo ostracismos porque soy de Madrid y vivo aquí -supongo que mi nombre tal vez induce a pensar otra cosa. Me duele la falta de libertad real de experesión que puede haber en otros puntos del país. Pero ya se sabe: algunos se creen en posesión de la verdad, sin posibilidad de dejar a otros asomarse a la propia.
Gracias por tu visita. Un saludo.