sábado, 1 de octubre de 2011

Ah, delicioso y sencillo...

Lo prefiero antes que la tortilla, esa que llamamos francesa y que Niña Pequeña defiende de forma taxativa que yo hago mejor que Él. Lo reservo en el borde del plato, con su blancura brillante y lo apetecible de su prometedora suavidad; ni muy hecho ni tan duro que se estropee el sabor o la textura de seda que dejará, seguro, su resto en mi paladar. Él se sorprendía al principio, cuando yo preparaba cada mordisco con un poco más de sal de lo habitual, minúsculos granos casi invisibles que iban coronando cada mordedura, dejando casi lo mejor para el final, retrasando -como al leer un buen libro- el momento de hacerlo desaparecer, definitivamente, en mi boca. Y su corazón amarillento, redondo en su perfección culinaria, desmigajándose entre el hueco blanco del envoltorio cocido lentamente mientras escribo...

Hoy Él prepara una vez más la cena -gracias. Hoy me regala, una vez más, cambiar la tortilla por un delicioso huevo duro.

6 comentarios:

  1. Yo el huevo lo prefiero frito y con mucho pan para mojar en la yema jejeje

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  2. No le hago ascos a un huevo duro, pero prefiero la tortilla.
    Si es la de gambas que prepara mi suegra, mejor que mejor.

    Un abrazo.

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  3. Bueno, madame, bien está que echen una manita, aunque sea con un huevo duro. A mí también me gustan!

    Feliz domingo

    Bisous

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  4. Kassiopea,
    cierto, es también una buena opción.

    Un saludo.

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  5. Perikiyo, la tortilla sólo me gusta la de siempre, la de toda la vida: la de patata.

    Un saludo.

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  6. Madame, admito que mi marido es un genio en la cocina.

    Feliz noche.

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