jueves, 23 de febrero de 2012

De paños y mangas.

Su hombro está cubierto por un abrigo de paño azul, a la altura de mis ojos; apenas veo más, ya que ella se ha ladeado ligeramente para dejar paso a una cazadora verde algo usada. Mi brazo choca con un suave balanceo con una manga de impermeable también azul, de esos con bolsillos laterales en los que no se puede guardar más que tickets de autobús. Una de las correas de mi mochila ha quedado pisada por un tacón negro con medias oscuras. El sombrero de detrás, una boina ligera, tiene debajo la cabecita de una adolescente. La coleta rubia de una niña argentina me pregunta con deje dulce si es aquí donde tenía que llegar. Se me han ensuciado los cristales de las gafas, pero no llevo la tela encerada para limpiarlos, ni sería este, tampoco, el mejor momento para hacerlo.

La boina ligera se acerca a mi hombro justo antes de que suene el aviso:

- ¿Bajas en la siguiente?

Como respuesta, le sonrío. Hoy estuve con mi amigo Joseantonio y tengo la cabeza llena de ideas para pensar. Son casi las siete de la tarde y mi vagón de Metro se acerca a la estación de Nuevos Ministerios; la manga del impermeable y el hombro con abrigo de paño azul no me han dejado espacio para poder sacar de la mochila pisada por el tacón negro el libro que Él me dejó hace unas semanas.

2 comentarios:

  1. Tu vagón de Metro parecía hoy la pasarela Cibeles, en formato móvil, en consecuencia.

    José Luis

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    Respuestas
    1. Había tanta gente que sólo se veía ropa y debajo, algún retazo de personas...

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