jueves, 24 de junio de 2010

Son unos desagradecidos, pero yo, no.

Gracias.

Gracias por el tiempo que le has dedicado a Niña Pequeña, que no se paga con dinero: las horas en las que habrás preparado el material, programado tus actividades, previsto lo que era mejor para que ella aprendiera y deseado hacerlo un poco mejor cada día.

Gracias por los ratos en los que te has parado a pensar en ella y cómo ayudar a que sea un poquito mejor persona. Por los minutos en que te has parado a su lado para saludar y provocar en ella una sonrisa. Por irte a tu casa decidiendo mañana mejorar de tus errores.

Gracias por la atención que le has prestado y las veces que has apuntado en tu agenda "recordar avisar a la familia porque...". Gracias porque ella sabe un poquito más y, sobre todo, porque es feliz.

Gracias porque has hecho más de lo que tu trabajo te pedía, optando por dedicarte a la persona más allá de las paredes de tu aula, por el tiempo silencioso en tu casa prefiriendo dejar un poco de lado a tu familia para volcarte en cómo enseñarle al día siguiente, por ejemplo, una simple letra.


Gracias a la profesora de Niña Pequeña a lo largo de este curso, y a través de ella, a todo su equipo.

Hoy entregábamos las notas a los alumnos y me fui con amargo sabor de boca de mi tutoría. Porque no son capaces de reconocer el trabajo que se ha hecho por ellos, de dar un simple gracias o reconocer que, tal vez, efectivamente, no se merecían esa nota concreta.

Claro que esto del agradecimiento se aprende en las familias. Muchos me leéis. Y este trabajo no se hace por dinero ni por las vacaciones, como muchos padres y madres piensan -y dicen: veremos mañana, en las entrevistas con las familias. Este trabajo son muchas horas de dedicación más allá de la jornada laboral, sufrimiento, alguna alegría suelta, tiempo robado a estar con nuestras familias y nuestros hijos -que los tenemos, mira por dónde.

Gracias. De nada, para eso estamos. No es tan difícil. Pero, como dice mi madre, el tiempo lo dirá y pondrá en su sitio. Sabor amargo esta mañana porque, además, muchos se van a disfrutar del verano sin, realmente, ser mejores, ni más estudiosos, ni más trabajadores: continúan muchos siendo desagradecidos, pensando que lo nuestro es satisfacer sus más inmediatas necesidades porque-para-eso-estás-ahí.

Pero yo le doy gracias a la profesora de Niña Pequeña. Porque le ha dedicado tiempo a lo más importante que tengo. Y eso, ya, para mí -que soy muy agradecida-, es suficiente.


2 comentarios:

  1. Mañana, -por primera vez, desde que soy padre-, podré ir a recoger las notas de uno de mis hijos. Concretamente, el mayor. Le daré las gracias a Ana, su profesora. Desde que te leo, soy un poquito más consciente de lo dura que es vuestra profesión. Puede ser una de las más bonitas que existen, pero es dura y poco agradecida.

    Un abrazo.

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  2. Perikiyo,
    espero que las notas del mayor hayan sido motivo de alegría... Y que Ana sea un punto de referencia más en vuestra casa, el eslabón de una cadena de aprendizaje para tu hijo.

    Gracias, ya sabes. Un abrazo.

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