Verá, es que mi hijo es hiperactivo -dice el padre, justificando así el comportamiento del alumno.
Noto de un tiempo a esta parte que las aulas están llenas, plagadas, casi invadidas, por alumnos hiperactivos. Hace unos años todos eran superdotados -o eso decían los padres: mi hijo es que suspende porque se aburre, ¿sabe? Es lo que les pasa a los superdotados. Y "superdotados", lo que se dice "superdotados", que yo sepa he tenido dos en once años que llevo de docencia en este colegio.
Como decía, no dudo que algunos de mis alumnos sean hiperactivos. Puede que varios. No sé si "muchos". Pero yo, disculpe el Departamento de Orientación, me sorprendo de encontrarme diariamente rodeada de ellos...
- No, si yo comprendo lo que me dice, pero disculpe a mi hijo: es hiperactivo -contesta la madre.
El sujeto en cuestión se debate ante la indecisión de convertir la hoja de ejercicios en una palomita de papel o en un barquito. Al no poder decantarse por una cosa u otra, opta al fin por tirar los libros de la cajonera al suelo y lanzar sin disimulo un cuaderno al alumno de la esquina. No contento con eso, saca de su estuche -algo mugriento, para qué negarlo- un rotulador talla maxi y decora con él la portada del cuaderno de su compañera de mesa.
- Supongo que usted podrá entender que no estudia porque es hiperactivo -me ilustra el padre.
Ante la falta de concentración, el alumno opta por subirse a una mesa y taconear vertiginosamente, mientras lanza exabruptos por su boca -no sé cómo la profesora de Lengua no tiene en cuenta la cantidad de sinónimos que este muchacho es capaz de decir por segundo... Ahora que tiene toda la atención del grupo dirigida a su espléndida figura, se sienta sobre la mesa -ante el estupor de la pobre alumna del fondo, pues la pobre sólo quiere que le dejen aprender un par de cosillas de la asignatura-, de espaldas a la pizarra, anunciando a voz en grito -hiperactivo no sé, pero tal vez pregonero...- que él puede hacer siempre lo que le dé su Real Gana. Cosas del actual sistema (des)educativo: la cosa es sopa de ganso, caldo y dos tazas. No sea que aprendan y conozcan...
- Disculpe usted a mi hijo. Es hiperactivo. En casa pasa lo mismo: nunca podemos lograr que recoja ni nos conteste bien -se lamenta la madre, mirando de reojo mi cuaderno de notas, a ver si pilla algo...
Mire usted, señora, señor, no sé si hijo tendrá hiperactividad -que lo dudo, porque ya he visto a unos cuántos que sí la tienen... Lo que tiene es mala educación.
O, más bien, ninguna.
¿Quizá las aulas estén cada vez más llenas de alumnos hipoactivos: que ni hacen ni dejan hacer?
ResponderEliminarA ver si te animas a escribir una loa dedicada a la pobre alumna del fondo.
Pepe,
ResponderEliminarno se me había ocurrido este tipo de alumnos... Sobre mi alumna "del fondo"... la pobre aguanta carros y carretas, y su compañero de la pared se resigna. Sí, cierto, tendré que escribir sobre ellos...
Un saludo.