lunes, 12 de noviembre de 2012

Ese instante mágico...

Seguramente yo hubiera hecho lo mismo que Niña Pequeña.

Y me hubiera agazapado entre las mantas, con los dedos apenas saliendo por el borde del edredón, abrazando a mi muñeco de peluche -ese, el que tiene poderes para acompañar en las pesadillas. Hubiera abierto sólo una rendijita los ojos y los habría cerrado de nuevo rápidamente, apretando los párpados para que nadie se enterase. Y habría paladeado los últimos minutos de noche y de dormir, y habría contenido la respiración unos segundos, para que el instante mágico se mantuviera flotando en el aire adormecido de mi cuarto. Y luego, sí, hubiera musitado quedamente:

- Mamá... ¿Habrá venido ya el Ratoncito Pérez?

Anoche volvió el Ratón, dejando amablemente un nuevo regalo por el segundo diente caído...

 

5 comentarios:

  1. Y yo. Y aún ahora lo haría.

    Nunca comprenderé que se diga que el Ratoncito Pérez no existe. ¿No existe? y ¿quién sino él ha dejado un breve regalo bajo la almohada de N.P.? Y menos aún comprenderé -éstos me enfadarán- a quién diga que es malo "engañar" a los niños... ¡por favor!

    José Luis

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    1. ¿Engañar? ¿Enseñarles la ilusión y la esperanza? ¿Eso es engañar?

      Un abrazo.

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  2. Inolvidables momentos ... para el Ratoncito.

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    1. Y para Niña Pequeña, que ya está pensando en qué le regalará en el siguiente diente...

      Un abrazo.

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  3. En su momento, mi niña pequeña me pidió un monedero para poder guardar los dinerillos que le dejaba su Ratón Pérez... y especulaba con ellos. Dependiendo de la cantidad de dientes flojos que tenía, lo que se iba a comprar.

    ¡A nunca olvidarse de estas cosas!!

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