El mundo de la magia tiene la cara de un payaso regalando un globo, en el borde de la pista, a Niña Pequeña, que se olvidó de pestañear cuando el trapecista voló el triple mortal; y se sentó ella por fin en el final de su asiento rojo: la troupe de malabaristas había recogido desde el aire docenas de aros plateados y brillantes.
Hoy regresamos poco a poco a la normalidad. El árbol de Navidad descansa en el trastero, las figuras de pastores y ovejas reposan en papel de burbujas en una caja blanca; ya no hay estrellas doradas en el fondo de la estantería y en su lugar han vuelto los libros que les dejaron sitio hace dos semanas. Mañana volveremos, ella y yo, a las aulas y seguramente escucharé de nuevo que nadie tomó el pulso en las casas ante las notas de mis alumnos, de forma que no hubo consecuencias y seguramente sí comentarios sobre el mal trabajo de este profesor o aquel, infames profesionales que osaron evaluar el poco hábito de estudio del hijo-amigo.
Pero hoy, a estas horas, aún saboreamos, a pesar de que se acabó demasiado pronto el turrón de chocolate, que ayer estábamos junto a la pista del Circo Price.
Hoy regresamos poco a poco a la normalidad. El árbol de Navidad descansa en el trastero, las figuras de pastores y ovejas reposan en papel de burbujas en una caja blanca; ya no hay estrellas doradas en el fondo de la estantería y en su lugar han vuelto los libros que les dejaron sitio hace dos semanas. Mañana volveremos, ella y yo, a las aulas y seguramente escucharé de nuevo que nadie tomó el pulso en las casas ante las notas de mis alumnos, de forma que no hubo consecuencias y seguramente sí comentarios sobre el mal trabajo de este profesor o aquel, infames profesionales que osaron evaluar el poco hábito de estudio del hijo-amigo.
Pero hoy, a estas horas, aún saboreamos, a pesar de que se acabó demasiado pronto el turrón de chocolate, que ayer estábamos junto a la pista del Circo Price.
¡Qué maravilla, el circo! Seguro que N.P. ya ha dibujado alguna crónica de lo vivido. ¿La pondrás aquí? Anda....sí.....
ResponderEliminarDe pequeño tuve un problema de ubicación en el circo. Primero me sentaron cerca de la pista, pero yo quería estar en la última grada, arriba del todo, y hasta que no fuí solo, un año, no lo conseguí. Las últimas veces me senté en las gradas del lado de la orquesta, por encima para verla bien. Me encantaba ir al circo. Y luego cotillear por sus carromatos; los niños jugando, las coladas tendidas, algún perro itinerante de carro en carro, algún corrillo de artistas,...
- "¿Quieres algo, niño?"
Nunca supe qué contestar. Pero aquello me gustaba tanto.....
José Luis
José Luis, no ha hecho aún un dibujo de la visita al Circo, pero no ha parado de jugar como si fuera una de ellos. Mi padre, que fue asiduo del Price con su abuelo, siempre dice que le hubiera gustado ser maestro (es profesor) de los niños del circo...
ResponderEliminarUn abrazo.