Una compañera de trabajo nos alegraba la mañana hoy anunciando su recién estrenado embarazo. Y recordaba yo, mucho después, bajando las escaleras, cruzando a casa, abriendo la puerta, cuando Niña Pequeña era sólo un pequeño proyecto y yo compartía la noticia también en el trabajo. Muchos de los que hoy felicitaban a mi compañera también me habían oído a mí en su momento.
Y me preguntaba -o me regodeaba, más bien, en la pregunta- si le contestarían a ella como me hicieron a mí:
Y me preguntaba -o me regodeaba, más bien, en la pregunta- si le contestarían a ella como me hicieron a mí:
- ¿Para qué lo cuentas, si no estás ni de tres meses?
Pues por el mismo motivo por el que hoy recibíamos con alegría el gozo de mi compañera, joven, brillantes los ojos, con su sonrisa eterna. Porque hay que felicitar la vida. Porque hay que felicitar los proyectos, las esperanzas, los retos, los deseos. Y no hace falta esperar a un anuncio de familia real, de los tres meses esos en los que todo parece que debería estar escondido. Porque la vida no puede esperar más.
Felicidades.
Pues claro que no. Tres meses, y aunque fueran tres días de ilusión, merecen ser pregonados y compartidos.
ResponderEliminarBuenas noches, madame
Bisous
Así es, madame. No está el horno como para dejar pasar estos dulces.
EliminarFeliz noche.
Pero qué amargada esa gente, a mí esos comentarios siempre me suenan a envidia...
ResponderEliminarPero qué daño hacen...
EliminarNada como la vida... Que, sin embargo, hoy se ha llegado a convertir en una "enfermedad"
ResponderEliminarMayor motivo para celebrarlo y felicitar...
EliminarSí, la verdad es que tal comentario denota muy poca empatía personal y ninguna hacia la gloria de la procreación.
ResponderEliminarMe cuenta mi hermana pediatra, que había un cierto arraigo social (hoy ya en declive, felizmente) de no comunicar los embarazos (y en consecuencia, de celebrarlos) hasta no superar los tres críticos primeros meses.
José Luis
El comentario de tu hermana es la que origina este desprecio por celebrar y compartir la vida desde el mismo instante en que se sabe. Una pena.
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