Salgo del colegio con algo de prisa, pues entro de nuevo en hora y media. Ayer dejó él fuera, para que se descongelara, unos restos del pollo asado del fin de semana y así no tener que pensar en cocinar para mí sola. Veo de lejos mi centro comercial de emergencia, al que ya no acudo ni en las emergencias, desde que no me dejaron pasar con mi bolso morado -excesivamente grande, parece ser, peligroso, potencialmente preparado para el hurto, me insinuaba la amable señorita, mientras dos adolescentes, más allá, pululaban alrededor de las botellas de alcohol.
Dos niños al borde de la cuesta, donde la acera deja de serlo para recibir casi el nombre de precipicio, la valla de separación ligeramente rota, ligeramente ladeada, esta sí potencialmente preparada para hurtar la integridad física de cualquiera. Sus madres charlan cerca, con las mochilas escolares de los hijos a los pies.
- No lo entiendo, de verdad, es que no lo entiendo -le dice una a la otra, las manos al viento, el ceño fruncido-. Ha venido de vacaciones y sigue suspendiendo.
La otra la mira, incólume. Por la edad de los hijos, deben estar hablando de uno adolescente. No apuro el paso, para saber cómo acaba esto. Promete.
- Siete suspensas, siete. Y no ha recuperado. Y ya le he dicho... -respira ella. Casi puedo adivinar el resto. Suspiro-. Que qué mas quiere, que tiene un plato de comida y sus caprichos en la nevera, la cama hecha todos los días, la Play, el MP4, la Blackberry, el ordenador en su cuarto. Y ya ves, ya ves -la otra, veo al pasar, es una de mis vecinas-. Sigue suspendiendo.
Normal. Qué bien lo estás haciendo. Pienso. Apuro el paso, pensando si hacer o no una breve ensalada para acompañar el resto de pollo asado.
Dos niños al borde de la cuesta, donde la acera deja de serlo para recibir casi el nombre de precipicio, la valla de separación ligeramente rota, ligeramente ladeada, esta sí potencialmente preparada para hurtar la integridad física de cualquiera. Sus madres charlan cerca, con las mochilas escolares de los hijos a los pies.
- No lo entiendo, de verdad, es que no lo entiendo -le dice una a la otra, las manos al viento, el ceño fruncido-. Ha venido de vacaciones y sigue suspendiendo.
La otra la mira, incólume. Por la edad de los hijos, deben estar hablando de uno adolescente. No apuro el paso, para saber cómo acaba esto. Promete.
- Siete suspensas, siete. Y no ha recuperado. Y ya le he dicho... -respira ella. Casi puedo adivinar el resto. Suspiro-. Que qué mas quiere, que tiene un plato de comida y sus caprichos en la nevera, la cama hecha todos los días, la Play, el MP4, la Blackberry, el ordenador en su cuarto. Y ya ves, ya ves -la otra, veo al pasar, es una de mis vecinas-. Sigue suspendiendo.
Normal. Qué bien lo estás haciendo. Pienso. Apuro el paso, pensando si hacer o no una breve ensalada para acompañar el resto de pollo asado.
Existen muchos padres que, en su empeño de que sus hijos tengan una infancia mejor que la de ellos, les dan mucho más de lo que deberían, creando así verdaderos monstruos.
ResponderEliminarY yo me pregunto: ¿tan mal vivieron ellos cuando eran niños? ¿Tan dura fue su infancia sin caprichos innecesarios?
Lo peor de todo esto es que ese comportamiento permisivo hacia los hijos no es excepcional, sino, más bien, generalizado.
Así nos va.
Siempre viene bien una ensaladita antes del pollo, ¿no?
Perikiyo, tal vez estos comportamientos respondan a deseos de que los hijos no sufran, a protección mal entendida, a comprar así el tiempo que no podemos pasar siempre con los hijos...
EliminarSoy muy aficionada a las ensaladas, claro.
Un abrazo.
Con la de piedra que queda por picar en este país
ResponderEliminar¿Cómo te atreves a sugerir que en un país con más de cinco millones de parados un adolescente debe esforzarse el doble para salir adelante?
EliminarYa lo dice Masgrau: "Nunca se habían tenido tantas cosas y nunca se había estado tan necesitado". Lo curioso, lo dramático, es que esto no constituya una preocupación política y social de primer orden para poner precisamente un poquito más de orden.
ResponderEliminarPepe, la educación es tema político. Yo hace tiempo que dejé de creer en nuestros políticos, sean del partido que sean. Estos temas se tratan en despachos, no se pide opinión a los profesores y se usa para manipular a la población en general.
EliminarUn saludo.