sábado, 30 de octubre de 2010

Ajetreo en la piscina municipal.

El vestuario infantil me parecía esta mañana la mezcolanza de un zoco: una algarabía de colores ácidos y voces batidas de adultos y pequeños.

Cari, vete quitándote la ropa. ¿Dónde está el bañador? Mira, ahí, el gorro.


Como entrando en hora punta, un atareado trajín de papás y mamás hormigueando entre las taquillas; ellos con la preocupación en la cara de quien suele delegar la tarea del niño de forma cotidiana, sin encontrar en el misterio de la mochila deportiva la tabla de nadar y las chancletas. Ellas con la rutina reflejada en los movimientos de los que hacen el puré de zanahoria de la noche y ponen a la vez el pijama a la niña.

¿Dónde te ha puesto mamá las cosas? ¿Y dices que este no es el bañador de siempre?

La extraña manía del padre atareado en convencer al pequeño de que no se meta en las taquillas mientras la ropa doblada se revuelve sola. La mamá convencida de la concentrada conversación de su bebé de cinco meses -ella preguntando y respondiendo, por la magia esa que tienen los pequeños de hacer creer a sus progenitores que de todo saben opinar. El preadolescente que ya prefiere que su madre le excuse ante el monitor de natación -no sea, claro, que el joven se traumatice antes de tiempo, que para eso está la Secundaria.

Bueno, ya le diremos a tu madre que se nos olvidaron las chanclas. Coge el ese que está ahí.

-
Niña Pequeña, escucha, no llores. Ya aprenderás a meter la cabeza debajo del agua.
- Pero el profe me dijo que hiciera también pompitas. Y eso lo sé hacer.
- Claro, Niña Pequeña. Y lo otro también lo sabrás hacer.

miércoles, 27 de octubre de 2010

La balsa de Medusa.


Los papeles de la mesa de mi jefa hacían hoy ondas; se interponían entre ella y yo olas de administración y burocracia: archivador pleno abierto, carpeta transparente casualmente apoyada sobre su esquina, montículos breves de papeles grapados, lo urgente en forma sinuosa de post-it amarillos.

Como en un rescate de naufragio, la foto de familia sobre el ordenador y el recuerdo de un viaje a Italia...

lunes, 25 de octubre de 2010

Felicidades.

Fue un amor de adolescencia tardía y ojos negros. Paseos, nostalgias. Horas olvidadas en recrear imágenes que alimentaban el próximo reencuentro -siempre, mi destino: con una estación de tren de fondo. Él se sorprendió en silencio al otro lado de la línea cuando supo de la existencia de Niña Pequeña y de mi marido.

Hoy le felicitaba yo a él por su futura boda de primaveras. Enhorabuena, Fran; enhorabuena, ella.


sábado, 23 de octubre de 2010

La niña de cari va primero.

Comprobaba esta mañana que, aunque algunos escenarios cambien, los comentarios de mama-mihijoporencimadetodo y papá-miretoñovaprimero son los mismos:

- Niña Pequeña, hay que secarse después de salir de la piscina.

(a nuestro lado, una pareja exhibe sin pudor sus comentarios sobre el profesor de natación):

- Mira, ya se lo he dicho al profesor. Porque es que esto no puede ser -dice ella, con los talones firmes en el suelo y los brazos en jarras. Él asiente.
- Claro, cari.
- Ya le he dicho que, aunque la niña esté por edad en el grupo que le corresponde, ella se entiende mejor con los mayores.
- Sí, cari.

(Niña Pequeña protesta, una mañana más, mientras le hago las coletas).

- Y que la cambie de grupo, por supuesto. Me da igual lo que opine el profesor -afirma con voz severa y mirada dura.
- Claro, cari.
- El profesor tiene que saber quién manda aquí.

(Niña Pequeña se pone las zapatillas. Yo disimulo mientras en mi fuero interno contesto a la señora: ¡pues faltaría más, cari!).

Habrase visto, semejante profesor, incapaz de reconocer la madurez intelectual de la niña, sus posibilidades técnicas, su capacidad natatoria... Así nos va, con semejante personal: atreverse a incluir a la niña de cari en el grupo que le corresponde por edad -como a todos los pequeños del pueblo, vaya. Y es que la niña de cari debe de ser una promesa nacional de la natación, futura medallista olímpica, que no debería estar rodeada de otros niños y niñas de cuatro años, biológicamente similares a ella, incapaces todos de vislumbrar apenas su aura deportiva...

Da igual el pasillo del colegio, el vestíbulo de entrada a las aulas o el vestidor infantil de la piscina municipal: la niña de cari va primero. Pues faltaría más.

(por cierto, Ángel, gracias por dedicarle media hora de tu tiempo a Niña Pequeña y ayudarla a flotar).

jueves, 21 de octubre de 2010

¿La educación viene de los padres?

Mis padres me enseñaron que hay que saludar al entrar en un sitio, que en cada ocasión uno ha de vestirse de forma adecuada -o al menos, decente- y que de buenas maneras se llega a todos lados -ilusos... Que lo realmente importante cuesta y que lo que merece la pena se tarda en conseguir.

Que la lectura nos hace mejores, que no hay que dejar para mañana lo que puedas hacer hoy si aprendes a organizarte el tiempo. Que cuanto más aprendas, sepas, estudies y te formes, más lejos llegarás. Que hay que respetar a los mayores -simplemente, porque saben más de la vida, mira por dónde- y dejar las aceras a los más débiles. Que obedecer a la autoridad sin servilismos es prudencia y orden y que una mesa organizada es reflejo de una mente organizada.

Es decir: que aprendí desde bien pequeña que nuestra educación es reflejo de nuestra casa, por lo que somos imagen de nuestra familia y eso hay que cuidarlo.

Al alumno de la gorra esto no le gustó, y por lo que se cuece y menea en los interiores administrativos del Centro, a sus padres tampoco, que insisten a fecha de hoy en su ciega defensa numantina de la inocencia, buen gusto y mejor hacer de su retoño de casi veinte años -vergüenza me daría a mí que con veinte años mis padres hubieran venido a la Facultad a solucionarme el no saber asumir las consecuencias de mis actos... Como aquel padre que, ante el suspenso de su hija en un examen, decía que me iba a denunciar en la Inspección educativa porque mis criterios de calificación eran antidemocráticos y anticonstitucionales (le invité, por supuesto, a acudir a la Inspección, poner la queja que quisiese y remitirme la respuesta. Como no volvió, deduje que en semejante espacio de sabiduría educativa se habían dado cuenta que sigo la legislación vigente al pie de la letra...).

O, caigo ahora de un guindo aciago, igual es que les he llamado indirectamente maleducados. Mísera de mí, ay, infelice.

  • Cualquiera les dice que a los diez mil numantinos de nada les sirvió aguantar tras sus murallas en el 134 a.C, pedir ayuda, patalear, dejarse morir: Publio Escipión, héroe de Cartago, arrasó la ciudad y esclavizó a los supervivientes: Roma educa, pero también castiga.
  • Y para celebrar semejante evento paterno-educativo, inauguro una encuesta en el blog. No sea que yo esté equivocada.


martes, 19 de octubre de 2010

Elia de nuevo.

Hablé de Elia hace un año. Elia es uno de esos regalos que de vez en cuando un profesor se encuentra en las aulas: un cúmulo de cariño y un derroche de imaginación desbordante, algo así como un puntito de luz en medio de las clases.

Y alguno podrá pensar claro, claro: como siempre, la profesora hablando de sus mejores alumnas. Pues no: a ella le costó mi asignatura y en general fue poco a poco. Lo cual era lógico, porque su mente y sus intereses andaban, claramente para todos ,por otro lado. Pero sí, fue buena alumna en otros aspectos, porque derrochaba -y supongo que lo seguirá haciendo- transparencia por todos lados.

Hoy veía en su blog un vídeo de uno de sus últimos trabajos, que no puedo más que dejar aquí:



lunes, 18 de octubre de 2010

¿Cobrar por no trabajar ni estudiar?

No diré más:


La noticia completa, pinchando aquí. Lo que les faltaba a mis alumnos: saber que van a cobrar sin estudiar ni trabajar. Eso sí, todos bilingües, por favor.




sábado, 16 de octubre de 2010

Recopilatorio semanal de buenas obras.

Esta semana:
  • Un alumno amenazó con pegar a toda la clase (una forma civilizada de pedir que le devolvieran su libro).

  • Aquella otra usó la asignatura de Ciudadanía -la útil y densa asignatura de Ciudadanía- para hacer unas fotos con su móvil.

  • Dos alumnos descubrieron que yo no había estado hablando durante las últimas doce clases del tema 1 del libro, sino del 8. ¿Para esto tanta pizarra digital y bilingüismo?

  • Otro no sabía qué relación hay entre España y América en la festividad del Doce de Octubre -mientras que su compañera afirmaba que semejante descubrimiento había sido en mayo.

  • Tras un mes de clase, el alumno del fondo por fin tiene cuaderno.

  • Tres alumnos provocaban un cataclismo planetario, desplazando Serbia por Guinea, Polonia por Mozambique y Bélgica por Senegal (no sé si esto tendrá que ver con la idea de la Alianza de Civilizaciones del Sr. Presidente).

  • El padre afirma que hacer un graffiti en el Centro no es dañar un bien común del mismo. Y, total, ¿para qué iba a castigar a su hijo, si él hacía lo mismo a su edad, como es natural?

  • Uno me indicaba muy serio, durante un examen, que para qué preguntaba las capitales de Europa y África, si él no se las había estudiado.

  • Y al fin uno tenía una duda y me la preguntaba en clase (total de alumnos en mis asignaturas este curso: 143; horas de clase empleadas hasta ayer: 120).

jueves, 14 de octubre de 2010

Sr. Presidente: tiene razón.

Sr. Presidente:

De acuerdo, no, no ha estado bien eso de los abucheos a su persona el día del desfile del Doce de Octubre. Pero es que la gente está muy achuchá -no se ofenda si se lo recuerdo, pero es que a veces me parece que vive usted en el Planeta Imaginario...

Yo no sé si será un conjura internacional contra usted o fruto de una alianza de Pocas Civilizaciones, pero me da que igual unos cuántos han aprovechado para, un año más, decirle lo que piensa. Ya se sabe, que lo de que el pueblo habla en las urnas, es cada cuatro años, y en cuatro años pueden pasar tantas cosas...

No, tampoco ha estado bien lo de pitar en el acto de homenaje a los caídos. Ahí, por esta vez, su equipo y yo estamos de acuerdo. Y tanta defensa de lo nacional viniendo de usted me conmueve y aplaudo.

Pero que tampoco estuvo muy bien lo de la quema de banderas españolas y fotos del Rey en Cataluña. Y no recuerdo yo que su equipo hiciera mucho ante eso. Claro que tiene razón: no se puede comparar los pitidos a su persona con la quema del signo nacional. Dónde vamos a parar.

Qué país...




miércoles, 13 de octubre de 2010

Bilingüismo castellano.

Barreño, pudiente, hoz.

Lo políticamente correcto a día de hoy es la defensa casi a ultranza del bilingüismo en nuestras escuelas; y no seré yo quien diga que nuestros niños y jóvenes no aprendan otros idiomas o eduquen el oído para poder desenvolverse algo mejor fuera del país. Pero yo me mantengo en mi duda razonable, que es un sitio más o menos cómodo, algo así como un mirador de lo que se avecina, sujetándose a un mástil de estabilidad del presente.

Porque azada, arar y enumera son palabras muy poco bilingües y muy castellanas que mis alumnos de Secundaria ignoran. Cronología, define y enmarca forman parte del difícil vocabulario de mi asignatura: "casi imposible", como me dijo un padre hace tiempo en una entrevista, y "así, hablando de esta forma, ¿cómo pretendes que te entiendan?", me recriminaba. Pues eso digo yo: que no me entienden: comprensible, labrar, óseo.

A mí no se me llena la boca de bilingüismo ni me doy palmadas o brindis simbólicos por el avance educativo realizado a nivel estatal. Porque -estéril, agrícola, similar- mis alumnos no comprenden su lengua castellana poco bilingüe, no redactan correctamente y manejan un vocabulario mínimo que les impide expresar con cierta soltura hasta qué sienten cuando sienten.

Eso sí (oratorio, nivelado, mina): la Inspección -que debe de estar llena de profesores con amplia experiencia y pocos burócratas, no me cabe duda- anima fervientemente a los profesores para que nos reciclemos y aprendamos con soltura un par de idiomas europeos.

¿Y para cuándo mis alumnos aprenderán español, oiga? Por aquello de no encontrarme treinta faltas de ortografía en una cara de folio, como he visto hoy... Es que ya molesta, señora inspectora...

Realzar, metódico, allanar.


martes, 12 de octubre de 2010

La raza de los ayays.

Existe entre nosotros una raza de gente especial, con la que nos codeamos tal vez diariamente: la raza de los ayays.

El ayay es, con frecuencia, una persona que practica el ser víctima, convencido internamente de que así mantendrá siempre cerca el foco de atención. Suelen ser personas que asumen los traumas y dolores de los demás y los hacen propios, lo cual puede ser interpretado como un servicio a la sociedad, por lo cual tal vez les debemos estar agradecidos por la empatía y sensibilidad que muestran hacia sus congéneres.

El ayay mostrará un repertorio de males internos y externos de difícil explicación científica, pero se deslizará lentamente hacia las salas de espera de consultorios médicos, a fin de hallar una persona más que desconozca su dolencia. Explicará a quien quiera oirle que lo suyo son cosas de la edad, que ya se sabe, pasa para todos y te espera a la vuelta de la esquina; se empeñará después en convencerte de que a tí te ocurrirá lo mismo, pasado el tiempo pertinente, pues la llamada de la madurez tardía es inevitable a todo ser humano. Entonces habrás perdido, como el ayay, la ilusión por la vida, las aficiones que siempre cultivaste y puede que, si se te ha dado bien, un buen puñado de amigos.

El ayay, además, tiene el don de pasear su lamentación a lo largo del día, sin que varíe ni un ápice a mejor, pero sí siempre evolucionando a cotas negativas. Te preguntará qué tal estás mientras terminas de pelearte con tu despertador -riiiiiing, siete de la mañana-, para después desgranarte los males que le han acontecido mientras tú dormías, analfabeto de lo que ocurría al otro lado de tu tabique. Esos males, además, serán siempre una sucesión cuasi infinita de lo de ayer y antes de ayer, aderezados por alguna breve novedad que te será descrita con mínimos detalles, para acrecentarse a la hora de la cena. Y es que al ayay, ya se sabe, es un maestro en el arte de mojar sus ganas de ser víctimas en café con leche de melancolía...

Sí, hoy fue el cumpleaños de mi padre.


sábado, 9 de octubre de 2010

Estoy ocupada.

Padres, madres, familias todas:

Lo lamento. Estoy de "puente". Hasta el miércoles tendréis que encargaros vosotros de vuestros hijos.

Yo estaré muy ocupada jugando con mi hija.


jueves, 7 de octubre de 2010

Quítate la gorra.

Hay en mi colegio un reducidísimo grupo de alumnos a los que jamás doy clase y con los que apenas tengo relación. No cursan mi asignatura y creo no estar muy desencaminada si afirmo que cuando lo hicieron no debieron tener una brillante nota. Ya se sabe que algunos lo llevan escrito en la cara...

Pero hoy uno ha salido del anonimato que nunca debió abandonar. Algunas veces he afirmado aquí que mi profesión tiene sus puntos buenos, rubricados por unos cuántos malos que suelen pesar tanto que son los que cuentas y en los que te explayas... El alumno en cuestión -ignoraba su nombre y casi su aspecto hasta hace unas horas- había decidido -porque el mundo le ha hecho así- que él podría estar con su gorra oscura encasquetada dentro de clase, después de ella, mientras miraba por la ventana del pasillo a las chicas de la clase de enfrente -esto, hasta que una de ellas le suelte una fresca y se líe- y hasta que su bendito cuerpo decidiera.

Y hay pocas cosas que me gusten tan poco como una persona con gorra en un espacio cerrado. Y así se lo he hecho saber. Desgraciada de mí. Valiente como nadie. Incauta. Como si no supiera yo que los adolescentes son sacrosantos, intocables, benditos en su hagoloquemedalagana, así, porque yo lo valgo:

- Quítate de la gorra. En un sitio cerrado no se lleva gorra.
- No me da la gana. Y tú a mí no me hablas así. El respeto lo primero.
- Quítate la gorra. En un sitio cerrado no se lleva gorra.
- Pues ahora ni pienso quitármela.
- Te he dicho que te quites la gorra.

Gorra bendita y bienamada. ¿Cómo se me ocurrió decirle semejante y agresiva orden a este joven de 19 años? En mi defensa ante cualquier tribunal diré que fui víctima de un ataque de enajenación mental transitoria...

- Nuestra educación es reflejo de nuestra casa. Dice mucho de nosotros y de nuestra familia.

Tocado y hundido. Mi frase favorita, repetida hasta la saciedad en mi pleno convencimiento de que la educación comienza en casa y a la escuela vamos con esa herencia. ¡Ay de mí! Ay, infelice. Di en la diana plena del joven consentido. Se volvió hacia mí, el dedo acusador, las aletas de la nariz inflamadas, de puntillas mirando a su presa: yo.

- No se te ocurra... no vuelvas... o yo.... te prometo que yo... -la amenaza se quedó contenida justo a tiempo, justo en el límite que hay entre la violencia verbal y la física, justo en el instante en el que yo ahora estaría declarando contra este joven en el cuartel de la Guardia Civil.

Quince minutos después aparecía su madre, dándome una lección de buenas maneras -las mismas que le ha enseñado a su hijo, claro, porque de tal astilla tal palo-, indicándome con delicadeza exquisita mal contenida cuál debe ser mi comportamiento, actitud y respeto haca su hijo. Santa razón la de esta mujer: ¿quién soy yo para decirle a su hijo que se quite la gorra en un lugar cerrado? Efectivamente, era ella la que se lo había tenido que decir hace tiempo.

Eso sí, que Dios le pille a esta madre confesada cuando su hijo termine de dominarla a su antojo...

De vez en cuando es bueno agradecer a los compañeros la ayuda dada. Como en este día le agradezco yo a mi compañero Pablo la que me ha dado esta mañana con esta historia...



miércoles, 6 de octubre de 2010

Una de arte juvenil.


Altamira. Hace unos 12000 años. Los primeros santanderinos dejan en la roca la huella pictórica de mamuts y caballos, intentando plasmar el espíritu de los animales a los que luego se enfrentarían en la caza por la supervivencia.

Mi colegio. Hace unas horas. Unos no muy anónimos adolescentes plasman su rebeldía contra esta sociedad injusta dejando unos graffitis en un bastante concurrido muro del recinto. Su lucha antisistema se queda entre yesos y expresan así su desmesurada lucha en pro de la libertad de expresión -luego igual se consideran explotados cuando mañana les enseñemos la bayeta y el cubo, como me dijo uno el año pasado mientras limpiaba sus reivindicativos mensajes contra la opresión educativa.

En estos casos me pregunto por qué no hacen gala de su mala educación delante de mamá-guay y papá-todomeloda. Vamos, que podrían pintar la pared de su casita...

Arte de verdad, pinchando aquí.


martes, 5 de octubre de 2010

Olor jugoso.

Llego del colegio, le indico a mi vecina, la de arriba, al coincidir con ella en la puerta de entrada. No importa tener que volver esta tarde de nuevo, no, le contesto -mientras pienso que sí, que lo siento, pero este fin de semana será un largo puente de desconexión del colegio. Me acerco a mi rellano. Alguien ha cocinado algo cuyo olor se enreda en los barrotes de la escalera: olor a guiso, con caldo, caliente, tal vez patatas, jugoso, lentejas, un poco de verdura. Noto cómo la comida de mi vecina, la de al lado, se transforma en aire, flota entre las plantas de la otra vecina, la de enfrente, se retiene apenas en las luces redondas del techo. Olor a mediodía, a salida de colegio, a espera de los niños. Quizá también un poco de pan; casi noto el sabor del aceite retocado con laurel, tomillo, el romero que mi marido echa a veces en la carne del domingo. Yo hoy como sencillo -no me gusta cocinar, él lo hace mejor.


sábado, 2 de octubre de 2010