No me importa cómo se quede el abrigo: me da igual que no esté perfectamente doblado sobre sí mismo, las mangas perfectas, la capucha remetida o que se marquen los dobleces. El gorro se queda debajo, la bufanda como un ovillo, los guantes de lana de cualquier manera. Hace frío y un viento gélido vuelve rojas las manos con sólo asomarse más allá de las cremalleras. Este autobús está caldeado, lo urgente prima y me acerco a la calefacción, tras dejar todas las ropas de abrigo, de cualquier manera en el asiento de al lado...
Uff, me da frío solo de leerte. En estos momentos me alegro mucho de vivir al sur del ecuador.
ResponderEliminarEstamos en medio de una ola de frío que nos llega desde Siberia. Ha barrido ya el resto de Europa y el aire, fuerte y gélido, es brutal...
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