Mi Otro Yo, el de mi conciencia y la voz que me susurra de vez en cuando dónde queda el Bien y dónde el Mal, está contento y satisfecho, alimentado con el placer de haber terminado la pequeña misión que me encomendaron en el colegio -poca cosa, tal vez, buscar alumnos con ganas de dar la bienvenida en la fiesta del colegio o preparar un sencillo taller de pinturas para los más pequeños. Esa Otra Persona que vive conmigo en paralelo está alegre porque por la tarde, cuando ya todo acababa, mi amigo Josémanuel me decía la mejor palmada en la espalda posible para mí:
- Qué fidelidad.
Declaro que soy fiel y leal a mi gente y a mis amigos, a algunas causas perdidas y al trabajo que me encomiendan hasta que se acaba la tarea.
- Qué fidelidad.
Declaro que soy fiel y leal a mi gente y a mis amigos, a algunas causas perdidas y al trabajo que me encomiendan hasta que se acaba la tarea.
Pues eso está muy bien. Un amigo leal es un gran tesoro.
ResponderEliminarQué poquitos hay..., ¿no?
ResponderEliminarUn saludo.