Hoy he aprendido que la libertad tiene cuerpo menudo negro y blanco, como de traje de etiqueta y fiesta, y esos ojos brillantes que creíamos que sólo eran propiedad de Platero. Incluso posee alas curvas puntiagudas y chilla de miedo, acurrucada.
La libertad hoy en mi casa tenía aspecto de golondrina, una de esas que convive al otro lado de la ventana del cuarto de Niña Pequeña. El nido se llena de piares en verano y esta mañana una de los animales más jóvenes ha caído en la contraventana de la habitación. Se debatía y luchaba contra los cristales, hasta que se ha dejado vencer por la fatalidad y se ha escondido en una esquina de la ventana, la cabecita metida entre las alas. Tal vez, en el fondo, asustada al ver el palo que yo le tendía para que se posara en él y así poder llevarla a la ventana abierta -la libertad tiene eso: que asusta, hay que elegir, no se sabe muy bien por dónde va a ir uno...
Y es que las golondrinas saben mucho de qué es eso de la libertad, como puedes ver pinchando aquí...
La libertad hoy en mi casa tenía aspecto de golondrina, una de esas que convive al otro lado de la ventana del cuarto de Niña Pequeña. El nido se llena de piares en verano y esta mañana una de los animales más jóvenes ha caído en la contraventana de la habitación. Se debatía y luchaba contra los cristales, hasta que se ha dejado vencer por la fatalidad y se ha escondido en una esquina de la ventana, la cabecita metida entre las alas. Tal vez, en el fondo, asustada al ver el palo que yo le tendía para que se posara en él y así poder llevarla a la ventana abierta -la libertad tiene eso: que asusta, hay que elegir, no se sabe muy bien por dónde va a ir uno...
Y es que las golondrinas saben mucho de qué es eso de la libertad, como puedes ver pinchando aquí...
Es curioso. Hace unos días, tuve una conversación con un conocido, experto en iconografía, -pelín friki-, pero con un doctorado en la faltriquera. Me explicó que los católicos tenemos un animal sagrado, igual que ocurre con las vacas en la India. Se trata de la golondrina. Parece ser que fueron unas golondrinas, las que quitaron la corona de espinas a Jesús. Matar o comer una golondrina, es pecado mortal para un católico.
ResponderEliminarHoy, te has ganado una parcelita en el cielo.
Un abrazo.
Parece mentira lo "provechosa" que puede llegar a ser la conjunción de insomnio, internet y curiosidad... nunca pensé, en una noche como ésta (ya no, que amaneció) toparme con quien fue faro en momentos más oscuros...
ResponderEliminarMe alegra constatar que algunas cosas siguen siendo como las recuerdo de hace muchos años, y que lo bueno de ciertas personas nunca cambia. Mi sincero agradecimiento y felicitación, aunque se queden cortos.
Sigo debiéndote una carta... que llegará algún día.
P.S.: Perdón por el "off-topic".
Qué reflexión tan bonita. La libertad da miedo y por eso precisamente, hay que ejercitarla a diario. Espero que esa golondrina se agarrara a tu palo finalmente... Un abrazo.
ResponderEliminarseguro que la golondrina te lo agradece :) yo hace años salvé a un pajarito que se había quedado literalmente colgado por una pata entre dos ramitas de un árbol.
ResponderEliminarPerikiyo,
ResponderEliminarefectivamente, hay dos tradiciones populares cristianas sobre las golondrinas: una, que todas las de Judea y Galilea anunciaron al mundo la Resurrección y la segunda, la que tú cuentas -creo que de origen armenio.
Dejaré la puerta abierta en mi parcelita celestial ;-)
Un abrazo.
Antiguo alumno ;-)
ResponderEliminarMe alegra saber que seguimos conectados en la red. Me ha parecido verte alguna vez a lo lejos... Gracias por tus recuerdos.
Y las cartas debidas pueden ser cibernéticas. Ya sabes dónde estoy.
Un abrazo.
José R.,
ResponderEliminary el nido sigue de vecino...
Un saludo.
Isabel,
ResponderEliminarsí, se agarró al palo, aunque con miedo. Tal vez se dio cuenta, al final, de que lo más arriesgado conducía al mejor puerto.
Un abrazo.