Él se vuelve; se ha puesto su delantal de cocina negro y está en pleno estudio de la preparación de un budin de chocolate. Niña Pequeña está recogiendo sus juguetes, que hasta hace unos minutos amenazaban desde el umbral de la puerta con conquistar el salón.
- ¿Hum?
- ¿Hum?
- Eres un marimandón -dice ella, sonriendo, los ojos brillantes. Lo de enviar a sus tropas de juguetes a la retaguardia no le ha debido de hacer mucha gracia.
- ¿Yo o todos los papás y mamás? -pregunta Él, siguiéndole la broma. Tienen los mismos ojos brillantes cuando deciden no hablar en serio.
- No, los papás. No. -se rectifica-. Tú.
- ¿Yo solo?
- Sí. Mamá no es una marimandona.
Tecleo. Alguien tenía que pedirse el papel de malo en esta película...
Juá,juá!!! ¿de qué me suena a mí el tema? ... Menos mal que -no falla- los papás "marimandones" dejan de serlo para Ellas en el tránsito de la adolescencia avanzada a la juventud, cuando tienen ¡tantos problemas! que sólo el consejo experto y amoroso de Ellos puede ayudar a orientar. El fuerte de las mamás siempre será el afecto cálido, inmediato, incondicional. Ya sé que no estás de acuerdo con el reparto expuesto..... jeje.
ResponderEliminarJosé Luis.
Bueno, no me importa el reparto... Yo siempre dije, durante el embarazo, que no iba a ser "la mala", papel que con frecuencia hay que tener en mi trabajo. Eso sí, tampoco "la blanda"...
EliminarUn abrazo.
Poli bueno, poli malo: eso es a veces la paternidad.
ResponderEliminarPero como trabajo en equipo, Pepe...
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