Querida lectora, querido lector...,
Sería muy fácil hoy poder desearte una Feliz Noche, una Buena Noche. Pero eso ya te lo habrán dicho tantas veces, lo habrás oído innumerables veces, hoy lo repetirán por activa y pasiva y hasta tu compañía teléfonica, tal vez, te mandará un sms lleno de esperanza y amor -eso ha hecho la mía esta mañana. Si eres creyente, no tengo que desearte nada: todo está dicho y todo lo sabemos...
Por eso yo, más bien, no te deseo nada. Te pido. Te exijo. De forma contundente quiero que esta Noche seas consciente de que estás aquí, al otro lado de la pantalla o con los tuyos. O acompañado de amigos o de la red. Te conmino a que respires no una, sino dos veces, a que dejes que tu cuerpo se haga realidad en tu mente y notes cómo se mueve por tus actos conscientes e inconscientes.
Te pido, te exijo, te conmino a que te des cuenta de que este es mi deseo y mi regalo para tí esta Navidad: estás vivo. Sí, siempre, a pesar de todo, hoy, ahora mismo. Felicidades.
Y, además, entre ayer y hoy José, Óscar, Jesús y el pequeño Lucas tienen un año más: