Muerte agarró casi por sorpresa. Sería necedad o mentira o todo a la vez o locura o insensata esperanza, si dijera que no esperaba la noticia, y ahora la ausencia duele un poco cuando veo su foto en mi estantería, rodeados todos por esa atmósfera de los que viven lejos y se reencuentran -cuchicheos, abrazos, buenas palabras, planes de bienvenida- un tiempo breve para ponerse al día y esperar a la siguiente vez de otra visita. Podría decir que fue una lucha que viví desde la distancia que separa un teléfono de otro, 663 kilómetros, sin querer ver que él ya había escrito su dedicatoria final.
TíoAdolfo está ahora en el mejor de los lugares posibles.
Tienes una forma muy especial de contar las cosas, lamento tu pérdida. Nada más se puede decir.
ResponderEliminarGracias...
Eliminar