Arde casi la impresora de mi pequeño rincón de trabajo, acumulando papeles interminables...
-¡Es el fin del mundo! -grita Niña Pequeña, mientras se queda -como si nada- sentada con sus muñecas en el cuarto.
...Me oyó decir, rabiosa, que se me había acabado de repente la tinta amarilla...
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