Ayer nevaba, aunque no en cualquier sitio: en la acera de la izquierda, justo en el chalet que tunean y tunean, al que alguien añade cada mes unos ladrillos en la tapia o unas baldosas en cualquier punto de su amplio jardín. Nevaba en blanco y rosado junto a los botones verdes improvisados de la primavera: nevaba en dulce y se caían tristes los copos y se quedaban las ramas ásperas. Nevaba como en alas trasparentes y delicadas de insecto y dejaba tirantes los árboles... Se anunciaba primavera y los almendros se despistaron, sin darse cuenta...
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