Hacía tiempo que no me pasaba: esto, lo de coger un libro y no poder parar hasta acabarlo. Que no es lo mismo que tener siempre un libro entre las manos -o las teclas de un libro digital-, dejarlo en la mesita, esperar a luego, saber que cuando se acaben las tareas de la mañana, la tarde, la noche, ahí estará él, con sus cientos de páginas, esperando a cobrar vida y escaparse en cuanto abra por el marcapáginas. ¿Y qué hay de esa tristeza suave que a veces siento cuando un libro me ha absorbido y sé que se termina, que se acaba, que ya está? He retrasado la lectura, he limitado el número de páginas, me he resistido a marcharme de sus líneas...
Volví a apuntarme al club de libros; no es que me hubiera ido nunca, sino que durante años, décadas, lo fue mi madre, pero los recibos venían a mi nombre.
- Vaya, Negre, si eres tú la que compra los libros en el pedido bimensual, ¿por qué no eres tú la socia, entonces? -dijo Él.
- Tienes razón, claro... Y así Niña Pequeña podrá echar un vistazo a la revista y elegir sus libros, que tiene que mejorar su velocidad lectora -contesté yo.
La vida imaginaria. Lo tuve claro en el pedido de mi reestrenado encuentro con el club este de libros. No sé si es garantía o no que haya sido finalista del Premio Planeta del año pasado, pero sí recuerdo la voz de la autora cuando me arrebujaba en mis sábanas y la escuchaba de noche, porque yo soy de esas, nocturnas, de las de estudiar de madrugada y levantarme a las once, de acostarme con la sintonía del programa de noche y esconderme con la luz apagada.
- Hola -le digo, desde este lado del teléfono.
- Hola, Negre, ¿cómo va todo? ¿Estás estudiando? -me dice Él desde sus tierras castellanas.- Que te conozco y fijo que estás aprovechando para leer sin que nadie te moleste.
- Ya sabes. Anoche acabé el libro que me empecé por la mañana. Es que es de verdad, vamos, tan cierto que casi lo podía haber escrito yo si hubiera tenido las palabras, ¿sabes? -contesto.
- Bueno, a mí es que me van más los de dragones y esas cosas. Estudia, ¿eh?, que tienes el examen a la vuelta de la esquina.
- Ya, ya. Si sólo me quedan veintiséis temas, si casi ni entro en internet por no liarme...
Él, vigía de la realidad; eso somos los esposos y padres. Es una hermosa labor que sólo se hace por amor.
ResponderEliminarJosé Luis
...Y desde la distancia. Tenía razón, Él: al final de la semana, me dediqué sólo a leer.
EliminarUn abrazo.