Se iluminó de repente, y quizá yo debí sentirlo antes, pero no lo noté. La curva se hizo eterna y su trazo más grueso de lo que prometía, mientras brillaba en rojo en el salpicadero de mi coche y saltaban las letras y pitidos en un grito de urgencia. Apenas tuve el tiempo justo para dominar el volante y acompañar sus últimos estertores hacia el arcén, la mano izquierda en el volante, la derecha ya encendiendo las luces de emergencia.
Era el kilómetro 108 de la autopista cuando el Negrevercarruaje fallecía...
¿Pero fallecido del todo, o ha llegado a tiempo de UCI? Vaya rollo...
ResponderEliminarOhhh! Ante tan penosa y lamentable circunstancia, querida Negre, solo cabe acompañarte en el sentimiento y desearos un pronto restablecimient. ¡Y que el nuevo carruaje tenga mejor salud!
ResponderEliminarUn abrazo
José Luis