Por curiosidad creo que mi padre me regaló, con nueve o diez años, un libro de mitología egipcia que fue el inicio claro de una de mis decisiones más claras e irrevocables: estudiaría Historia de mayor.
Con curiosidad mira mi hija lo que leo y se acerca ella: ¿Y esto cómo se lee, mamá? O con espíritu curioso coge un lápiz: ¿Cómo se escribe, mamá?, me pregunta, mientras traza rayas de un lado a otro de la hoja -a las que ella llama letras.
Por curiosidad aprenden los bebés a
balbucear y por curiosidad te acercas a
conocer a ese alguien que te llama la atención. Con curiosidad se acerca
un profesor a las listas de sus nuevas y limpias clases en el principio de curso. Eres curioso y cuidadoso en tu trato con la
persona con la que, por casualidad
-como me pasó a mi hace cinco años- acabas pensando que mejor te dedicas a ella en cuerpo y alma.
Y supongo que por curiosidad me leen algunos de
mis alumnos -que Jorge, de mi tutoría, así me lo deja entrever a veces. Con alegre curiosidad preparé yo
mis viajes en la época en la que la hipoteca no se llevaba todo mi dinero y por curiosas coincidencias acabé en este
trabajo y no excavando
-hacia donde se dirigían, indudablemente, con curiosidad curiosa, mis estudios. Es la curiosidad la que hace que lea
este libro y no otro y, tal vez,
curiosamente, recuerdo bien los primeros rostros de los
alumnos a los que conocí por primera vez en
mi colegio.
Por eso,
José me convenció un día, en un curioso Paseo por Madrid
-actividad cultural para los alumnos de 3º que hacemos todos los años en el Colegio-, que luchábamos contra un peligroso y exponencial enemigo, contra el que no valían nuestras palabras y quizá ninguno de nuestros empeños:
nuestros jóvenes no son curiosos. O no sabemos llamar a su curiosidad, que, en el fondo, les mueve a visitar a la famosa salamandra
-que ha debido de huir, pobre-, a sus amigos fáciles y rápidos de las clases de al lado y a convertirse en expertos tecnológicos de las redes sociales de la red.
Ellos me dicen con frecuencia que sus padres no les entienden.
No me extraña.
Yo muchas veces tampoco...