domingo, 2 de diciembre de 2012

La imagen del abandono.

Tuve que pararme ante su puerta metálica rota, esa que había desaparecido en la esquina. Un cristal roto en el piso inferior y la madera trastabillada de la puerta indicaban que, pese a la apariencia de abandono del edificio, alguien intentaba sobrevivir -o esconderse, o aguantar, o esperar, qué sé yo- más allá de los muros. 

Pero a mí sólo me sobrevivieron los recuerdos de la casa, de aquellas cuando había hasta un restaurante y mis dos amigos íbamos -sí, cierto: muy de vez en cuando- a comer a su amplio salón en forma de ele. Nuestra mesa favorita era la más esquinada, como para mirar sin ser vistos al resto de los comensales.

Hoy no había nada, sólo otoño en el pequeño jardín, al otro lado de la puerta que aún resistía, sujetada a nada, el muro desnudo para los que huyeran de la noche. Desde los barrotes escuálidos fotografié el tiempo congelado.
 
 

2 comentarios:

  1. El tiempo y su paso ¡qué enigma! En estos casos solo cabe cerrar los ojos y revivir lo pretérito.

    José Luis

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