Están al otro lado, tarde tras tarde; pero esta vez yo, en mi propio bando, protegida por los míos. La masa, la tribu, me da la seguridad que yo sola no tendría al intentarlo. Observo desde mi segunda o tercera fila que somos muchos en ambos lados, tal vez los mismos en número. Ellos también me miran, nos miran como si fuéramos en liga, tal vez esperando a ver quién dará el primer paso: los hombres traspasando el vacío, ellas en discreto pero eficiente segundo plano, aferrando con energía a los niños las madres.
Es sólo un segundo lo que dura empezar: apenas un instante en el que todos sabemos que no hemos respirado, pero hemos estado pendientes, la mirada fija en bloque, todos a una en el fondo, aguardando el preciso instante en el que el rojo se convierte en verde.
Y cruzo la calle, acompañada de los míos, de acera a acera, inventando caminos invisibles para sortear a mis contrarios que se disponen a lograr el espacio adoquinado que hace un instante era mío.
Es sólo un segundo lo que dura empezar: apenas un instante en el que todos sabemos que no hemos respirado, pero hemos estado pendientes, la mirada fija en bloque, todos a una en el fondo, aguardando el preciso instante en el que el rojo se convierte en verde.
Y cruzo la calle, acompañada de los míos, de acera a acera, inventando caminos invisibles para sortear a mis contrarios que se disponen a lograr el espacio adoquinado que hace un instante era mío.
Casi una pequeña odisea cotidiana, madame. Ejercitos urbanos en perfecta formacion esperando la señal. :)
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Bisous
Madame,
ResponderEliminarobservo que se ha visto usted en la misma terrible situación y ha salido airosa.
Feliz tarde.