Niña Pequeña ha estado enferma esta semana. Oído. Garganta. Estómago. Rodillas, muñecas, tobillos. Todo parecía atacado. Y con la única compañía de la leve toalla amarilla como compañera, ella, la toalla, yo, a lo largo de las madrugadas. Una toalla amarilla, suave, quizá de algodón, recuerdo involuntario de mi visita a un centro de salud en Guatemala; toalla húmeda y fresca para intentar vencer a la fiebre noche tras noche. Toalla casi imprescindible cuando, termómetro en ristre, los números volaban vertiginosos: 36, 37, 38, 39.
Vaya, espero que la niña esté mejor. Cuando se ponen lo pillan todo eh?
ResponderEliminarHas estado en Guatemala?? Yo también, estuve hace 5 años y me encantó.
Es desesperante verlos malitos. ¿No te pasa que desearías que todo pasara a tí, para que ella dejara de pasarlo mal?
ResponderEliminarLo cuentas en pasado, por lo que supongo que ya estará mejor. Así lo espero.
Un abrazo.
Ay Negrevernis, espero que se ponga bien pronto. Cómo agotan esas noches de nervios, y cuántas ganas de ponernos en el lugar de ellos, ¿no?
ResponderEliminarEspero que se mejore pronto, manténnos informados, ¿si? Y mucha suerte.
(mi hija tiene una cobijita similar, recuerdo de un viaje en avión también)
Kassiopea,
ResponderEliminarsí, estuve en Guatemala, hace ocho años, con una ONG... Mi marido apareció dos años después, así que se truncó mi deseo de quedarme allá :-)
Un abrazo.
Perikiyo, Ana Laura,
ResponderEliminarNiña Pequeña ya está mucho mejor. Efectivamente, en esas largas horas (¿por qué el reloj en la noche va más lento?), se prefiere ser tú el que hierve de fiebre, antes que un pequeño.
Gracias. Un abrazo.